viernes, 5 de marzo de 2010

Un atardecer


Creo que yo me he quedado en el siglo y milenio pasados pues tengo la impresión de que le doy muchísima importancia a la conversación, al abrazo, a la cercanía física de mis amigas y amigos, de la gente que quiero, y que desdeño hasta cierto punto la tecnología que hoy nos tiene supuestamente muy bien comunicados. No estoy desconociendo el gran avance, la gran utilidad, la inigualable oportunidad que nos da internet con el correo electrónico, el messenger, el facebook, los blogs y demás, pero son paliativos que no pueden ni logran competir con un cafecito, una larga conversación, compartir una comida, una caminata, una puesta de sol. Justamente ayer logramos sacarle la vuelta al trabajo y a las múltiples ocupaciones diarias y nos fuimos al malecón a ver la puesta de sol (que vimos a medias porque había neblina en el horizonte) y de ahí por un cafecito con Mariella. Disfruté mucho del paseo y la conversación y la cercanía. Es sólo que a veces me siento, como la "policía", que tengo que estar haciendo mis rondas, patrullando a cada una de mis amigas y amigos para verlos, para no quedarnos en el diálogo vía email, ni en el descordinado msn o la información de muro del face. Pero a veces eso, aunque creo que molesta a algunas personas y a mí me deja agotada, trae consigo lindas tardes compartidas como la de ayer en Miraflores o la del otro día en Surco con mis primas o como las que siempre le estoy disputando a Rocío, a Rodo, a Inés, a Luz, a Gustavo. En fin, de pronto yo también me canso y siento que quizá yo estoy mal. Verse es algo además que en esta ciudad todavía se puede hacer, quedar de aquí a media hora, cosa que en México por ejemplo es mucho más difícil, te toma una hora mínimo, si no dos o tres, trasladarte de un lado al otro, no puedes tomar taxi, te deja el metro. Y sin embargo, vivimos en esta ciudad sin explotar esa gran oportunidad, que al menos tenemos de movernos en espacios relativamente menos lejanos (sé que hay otras Limas dentro de Lima que yo no he vivido, pero pues estoy enunciando desde esa realidad mía que no incluye más de cinco distritos aledaños). Estoy pensando que quizá para no incomodar a nadie, debería dejar mi placa y seguir por la vida como una persona cualquiera, aceptando lo que llega nada más. A veces otros asumen el rol activo y por ejemplo, me cita Daniel o me separa una tarde Hipólito, lo cual agradezco con mucha alegría. Es sólo que a veces, como ahora, siento que soy yo batallando contra el mundo y me da muchísima tristeza, en parte porque a veces me da por hacerme la víctima, en parte por las muchas personas con las que no he logrado esa cercanía a pesar de haber seguido y perseguido esa posibilidad. Son situaciones que uno tiene que aceptar, las personas se alejan y se acercan como las olas del mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario