miércoles, 5 de agosto de 2015

Breves memorias de unas vacaciones


He vuelto a New Orleans luego de dos meses de vacaciones, uno en Perú y otro en México. Ha sido hermoso, intenso, feliz y también agotador, estresante, desgastante. En ambos casos hice de guía turística de Kyle, así que eso fue de un lado bonito pero también una gran responsabilidad. En el Perú fuimos a Cuzco y Nazca, en México a Tequisquiapan, Oaxaca, Guadalajara. Vimos a la mayoría de mis amigos y familia que anda por ahí, los acompañamos en varios cumpleaños, películas, almuerzos. Comimos muy rico y recibimos mucho cariño. Para mí siempre es lindo volver a los lugares conocidos, pero sobre todo volver donde está la gente que quiero. Lo que más me gustó y a la vez me dio bastante miedo fue volar las líneas de Nazca, pero todo fue excelente porque fui recomendada por un compañero de mi colegio, Tito, que tiene una empresa muy buena que da servicios turísticos. En Guadalajara visité varios lugares que no conocía, de la mano de nuevas amistades. Y en los demás fue compartir largas charlas y disfrutar de los paisajes y los reencuentros.

Casi no leí nada, sólo organicé el trabajo, revisé bibliografía. Y me puse a trabajar en el libro de Carmen Ollé que está pendiente de edición. Tenía eso sí que investigar sobre las poetas de los ochentas en Perú (para eso era el viaje), así que ahí me tienen. En México la misión era el Ateneo de México, que fue minuciosamente escrudiñado por Kyle. Tuve además la oportunidad de dictar un curso sobre dictaduras latinoamericanas en las que abordé Argentina, Guatemala, El Salvador y República Dominicana. El curso fue muy concurrido y el grupo muy interesado, así que la pasé muy bien. A su vez me pude dar cuenta cuánto había aprendido con mis lecturas de la maestría y cómo era capaz de explayarme sobre varios temas, incluso cuando surgían preguntas para las que no estaba preparada. Eso me hizo sentir muy bien conmigo misma.

De regreso en Nueva Orleans tengo que lidiar con el aire acondicionado las veinticuatro horas del día, con la humedad que me recuerda mi Lima querida y con la resistencia a volver al trabajo y las clases. Estoy aprovechando para avanzar con varios pendientes, aunque lo primero fue ordenar, limpiar, organizar la casa pues todo había quedado empaquetado. La casa de Chris está mucho mejor ahora con la cocina completamente renovada. Y por ahora sólo estamos Chris, Kyle y yo a espera de que lleguen nuevos compañeros de casa pronto. 

Tuvimos la suerte de asistir al Satchmo Summer Fest en honor al gran Louis Armstrong que así es homenajeado cada año en su cumpleaños (en la foto). Fuimos al caer la tarde y hacía tanto calor que no podía ver con mis lentes oscuros porque el sudor se evaporaba y los empañaba. Y pronto empezaremos a recibir a todos los compañeros que regresan de las vacaciones para incorporarse a las clases. Vienen dos nuevas compañeras, una norteamericana y una cubana, a quienes tenemos muchas ganas de conocer. Y por ahora, disfrutando de estos días previos para dejar todo saneado en mi bandeja de pendientes y empezar el otoño con energías renovadas.

jueves, 21 de mayo de 2015

Cosas que aprendí de la maestría


Llegó el momento de la graduación (foto), esta vez en el Superdome de New Orleans, que es el estadio cerrado más grande de Estados Unidos y cumplió un rol muy importante cuando pasó el huracán Katrina, albergando a muchos damnificados. Pero además es la casa de los Saints (¡Go Saints Go!) Hay algunas lecciones que he aprendido después de haber completado tres maestrías (maestría en estudios de género, maestría en escritura creativa, maestría en español y portugués):

1. Tres maestrías no hacen un doctorado.
2. Cada maestría me ha abierto un mundo de lecturas, ideas y pensamientos que es necesario procesar.
3. Cada maestría me ha abierto una red de amigos, de trabajos, de direcciones a seguir.
4. Una maestría no hace más fácil la siguiente.
5. Los estudios post-graduados demandan una dedicación exclusiva y un excesivo y agotador esfuerzo. (¡Oh, aquellos tranquilos años del pre-grado!)

Así que empieza una nueva etapa para mí, la del doctorado. Estoy emocionada porque es la primera vez que haré un doctorado, pero además porque las lecturas me han ayudado a definir mejor mi tema de tesis y el proceso es emocionante y estimulante (tiene que serlo porque le dedicaré los próximo tres años de mi vida).

Mi mamá vino para la graduación y fue lindo que conozca la ciudad del jazz y las second lines. Hicimos varias cosas. Fuimos al Parque Nacional Lafitte, paseamos en el barco Natchez por el Mississippi a la hora del ocaso. Visitamos el Frenchquarter, Frenchmen, el acuario, el Fly, el parque Audoubon, la Universidad de Tulane. Caminamos por el malecón, tomamos café con beignets. Comimos en Jacquemo's y en The Crazy Lobster. Estuvimos en el festival del bayou y en el Superdome. Y también aprendí que a veces el day pass es más económico, pero algo más importante que cuando pasamos de un bus a un streetcar podemos pagar tarifa de "transfer". Bueno, eso me di cuenta cuando se fue mi mamá pero servirá para próximas visitas.

Ahora el calor va en aumento y los festivales de música siguen sucediéndose unos a otros, lo que hace imposible parar en esta ciudad. También empezaré el otro semestre en una nueva casa, todo lo cual augura un nuevo comienzo, siempre interesante por las posibilidades que abre delante mío.

Aquí sigo hasta la fecha de mi viaje, intentando organizar mis archivos para que el trabajo de doctorado sea lo más ordenado posible.

miércoles, 1 de abril de 2015

New Orleans un año después


Ha pasado exactamente un año desde la última vez que publiqué la última nota en este blog. Así que resurge del olvido. Tal vez era necesario ese largo silencio en el que han pasado muchísimas cosas nuevas. En primer lugar di los exámenes de maestría y ya los pasé, así que terminando este semestre empezaré el doctorado, ¡al fin! 

Ya no nos juntamos entre mis compañeros como lo hacíamos en ese entonces, pero siguen habiendo ocasiones que nos convocan como el Seminario sobre comisiones de la verdad en Brasil y Perú que organizaron Fernando y Rebecca y que estuvo de primer nivel, me inspiró mucho para repensar los temas de mi tesis. Y poco antes el CILCA que organizaron Uriel Quesada y Maureen Shea y que fue también de primera. Ahora me encuentro en proceso de hacer las listas del doctorado para el examen que será de aquí al próximo febrero.

Tal vez lo más importante de mencionar es mi perspectiva de la ciudad. Cuando me fui de Nueva York sentí una gran tristeza por todo lo que dejaba atrás, una ciudad que me había dado lo mejor de sí en todo momento. Una ciudad con infinitos estímulos, bellos museos, pero sobre todo un grupo, amistades con las que compartí y me enriquecí esos dos años. Las amistades por supuesto han seguido su camino y aquí me he llegado a dar cuenta que si bien abandoné una ciudad llena de museos, llegué a una ciudad que es un museo.

Dos de los museos que más me gustaban en New York eran el Museo del Barrio y el Museo de Brooklyn, por ser museos vivos, uno que hacía de la ciudad su propio espacio de acción y el otro que intentaba integrar a la comunidad en su interior y así flexibilizar sus paredes, disolver las fronteras del adentro y afuera. New Orleans hace precisamente eso por la riqueza de sus tradiciones, los carnavales (Mardi Gras) que duran un mes entero y que es motivo de fiestas multitudinarias, todas en las calles, la gente saca sus sillas plegables, sus mesas, sus toldos (hasta su cocina) y ahí se la pasa viendo pasar los desfiles y gritando por beats (collares). Lo pueden ver en la foto, esperando el desfile de Endymion.

Los colectivos musicales realizan todos los domingos las Second Line, que son una suerte de procesiones musicales en los que el grupo (vestido de gala, diseños exclusivos por ellos creados), caminan por cuatro horas por la ciudad junto con una banda de música y todo aquel que quiera seguirlos bailando, cantando, bebiendo, así que también los persiguen carritos de refrescos, de cervezas y camiones de comida. Además los festivales de música y comida gratuitos abundan en la ciudad, French Quarter Festival (que se aproxima), Bayou Boogaloo, música en Congo Square y en fin, festivales que son todos los fines de semana y que para una estudiante como yo es imposible asistir por las lecturas y trabajos que tengo que hacer todo el tiempo. 

Aún cuando lo más significativo de la ciudad ocurre en las calles, se las agencian para tener el cuarto museo más importante de Estados Unidos, el Museo de la Segunda Guerra Mundial. 

No hay metro en esta ciudad y el transporte es bastante deficiente para los estándares de este país. Pero en vez de ir bajo tierra uno va por la avenida St. Charles y ahí presencia una exhibición de casas sureñas fabulosa, en la que los árboles despuntan, el verde y las flores lo domina todo, especialmente en esta época del año. Además uno va subido en el street car que es la máquina que se mueve más antigua de todo Estados Unidos. Una madera barnizada preciosa y un paseo lento pero bello. De modo que ya no me siento más triste por no estar en Nueva York. Esta ciudad es tan enriquecedora que lo único que se necesita es andar por sus calles con los ojos bien abiertos.

En otros aspectos es verdad que New Orleans muestra tal vez lo peor de la sociedad norteamericana, cierta negligencia, abandono, mediocridad, que los estadounidenses son reacios a aceptar como patrimonio suyo, así que podemos ver el sistema de transporte fallando todo el tiempo, calles interminablemente sin arreglar o arregladas a medias y por tanto obstruyendo el libre tránsito por meses, normas que no se cumplen, leyes que no se aplican. Pero a la vez es una ciudad en la que puedes tomar cerveza en la calle y que a pesar de beber la gente comparte los conciertos, los parques, los espacios públicos en completa armonía, sin riñas, sin desarreglos y se va a su casa al terminar, con el corazón contento. Una ciudad en la que todavía al pasar te dicen “buenos días”, “buenas tardes”, “buenas noches”.

Abrí el blog en el que quiero dedicarme más a temas de opinión, se llama Asuntos circunstanciales, en honor al poema de Rocío Silva Santisteban, así que se los comparto. A su vez empezaré a escribir más en este espacio nuevamente, especialmente estos días de vacaciones de primavera.