sábado, 7 de septiembre de 2013

Tulane University

Me gusta levantarme en la mañana y escuchar WWOZ 90.7 con lo mejor de la escena musical del jazz en New Orleans (o Neworlins como le dicen aquí). El clima es tropical a todo dar, calor siempre rondando los 30 grados y una lluvia que no atemoriza porque refresca. Al menos un par de veces a la semana camino 25 minutos para ir a la piscina de la universidad y nadar por 45 minutos, luego camino de regreso a casa o voy a mi clase de portugués que es a las 9am y un día a la semana a las 9:30am. Tengo el deseo de que sean tres veces a la semana que vaya a nadar, pero aún no lo logro porque el cansancio me vence.
Aunque traje chompas delgadas por si hacía frío, el clima es siempre caliente y no es necesario si uno está en el exterior, el problema es cuando entras a algunos de los edificios de la universidad, a los supermercados, a un restaurante o cualquier otro lugar cerrado con aire acondicionado en el que por un rato estás bien pero luego empiezas a congelarte los pies, las manos y la nariz. Difícil por tanto comprender por qué las casas tienen alfombra, por qué incluso los baños del centro deportivo de la universidad tiene alfombra, en una ciudad que evidentemente no necesita lugares calientes sino estructuras frescas (para de paso evitar el exceso de uso del aire acondicionado).
Si no voy a hacer ejercicio hago quince minutos de camino a la universidad, esto cuatro días a la semana o cinco días a la semana, al menos. Sin embargo, aún no me siento del todo familiarizada con la zona puesto que he estado dedicada a los trámites y a las lecturas para las clases que empezaron pocos días después de mi llegada.
Gracias a Fernando he conocido algunas zonas más alejadas del campus universitario, como el Mid-City, City Park, el lago, los Bajús (lagunas) y algunos buenos restaurantes, a él también debo agradecerle que fuera por mí al aeropuerto y que me llevara a hacer compras y me mostrara la universidad, los alrededores y la ciudad en primer lugar. Lamentablemente Fernando se ha ido a España un par de meses porque está de sabático así que me he quedado huérfana en la ciudad.
Como aún no he ido mucho más lejos de los alrededores de la universidad no me sé movilizar muy bien, pero ello es debido también a que cuando lo he hecho la movilidad no es muy rápida, no es muy buena o no es muy extendida. En comparación con otras ciudades como México o Nueva York, porque en relación con Lima el transporte es fenomenal, es seguro, tiene aire acondicionado, es limpio, es ordenado y quizá un poco caro para nuestro estándar, pero necesario.
Lo mejor han sido mis profesores y mis compañeros,  todos muy amables, buenos, cercanos. Lamentablemente no tenemos demasiado tiempo de interactuar por la cantidad de ocupaciones en las que estamos metidos. Estoy llevando un curso sobre Borges con Idelber Avelar, un curso sobre literatura del desplazamiento con Antonio Gómez, literatura centroamericana con Maureen Shea y literatura mexicana con Yuri Herrera. Esta última es la única clase de la que me arrepiento, no porque Yuri sea mal profesor, por el contrario, sino por una razón puramente personal, que parte de mi corazón está todavía en México y yo ignorando esa realidad o creyéndola superada, le hago sufrir por todos los recuerdo que le evoco.
Aparte llevo clase de portugués y empezaré pronto clase de inglés como segunda lengua, para perfeccionar mi comunicación en inglés que es uno de los principales propósitos de esta nueva estancia en gringolandia. Con eso estoy más que copada de tiempo, tan así que recién hoy tengo oportunidad de actualizar estas páginas de viajes y aventuras mientras me tomo una cerveza Abita (amber) que es la más popular en la ciudad. Hay otra llamada NOLA que no me gusta tanto porque la siento aún más dulce.
Mi casa es linda y está muy cerca de la universidad, lo cual hace la vida mucho más fácil, aún así necesito una bicicleta para ahorrar tiempo, porque tiempo es lo que más necesito, para no hacer sufrir a mi espalda con los libros que debo cargar y para resolver algunos asuntos cotidianos como las compras. También ya tengo teléfono celular inteligente e incluso con llamadas al exterior, lo cual me hace sentir más tranquila y me permite estar comunicada, que es muy importante en estas lejanías. No pudo ser iphone porque era muy complicado.
Todo mi mundo ahorita gira en torno a la universidad (en la foto), la cual es muy bonita, pero ya llegará el momento de extender mis dominios. Por ahora estoy contenta, aunque a veces también me hace falta una compañía.
Generalmente como en casa pero el comedor de la universidad es bueno, tiene gran variedad de comida, entre ellas sushi que es mi favorito. Pero también comida china, hindú, mexicana, libanesa, italiana y mucho más.
Lo que más me gusta no es solo la cantidad de árboles hermosos que hay en la ciudad, sino el cielo azul, las nubes blancas algodón y un ruido de cigarras ensordecedor que destila vida.