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sábado, 19 de junio de 2010

Hypatia


Me habían recomendado mucho la película Ágora y en realidad es muy buena, pero es también profundamente dolorosa porque no se tiene el consuelo de decir, "es sólo una película", porque si bien lo es, nos habla de una mujer inteligente, capaz, pensante que fue condenada por las mentes obtusas, los intereses y la estupidez de hombres para quien cualquier puesta en duda de su pensamiento, de su voz, de sus creencias era una ofrenta. A dónde habríamos llegado si se siguiera pensando que la tierra era plana y descansaba sobre tortugas. Han sido, lamentablemente, las religiones que se han vuelto masivas y que han alentado, como en los ejércitos, la obediencia ciega en vez de la sabiduría crítica, quienes han detenido, han impedido el avance del pensamiento. Y como las religiones, también aquellas ideologías igualmente subyugantes de la razón crítica. Son las mismas que hoy siguen condenando mujeres, como Hypatia, por su manera de pensar, por buscar su libertad, por querer comandar su vida y su cuerpo.

Ágora es una película del director español Alejandro Amenábar, a quien conocemos bien por varios títulos como Tesis, Abre los ojos, Los otros, Mar adentro, todas ellas estrenadas en nuestras salas limeñas. Ágora es una película del 2009 pero que circula en formato DVD, todavía sin estreno aquí. Ojalá que llegue a difundirse en la pantalla grande y ponga a pensar sobre las encrucijadas en las que nos meten aquellos que no encuentran un punto medio entre el contigo o contra ti, aquellos que no dan tregua más que al odio y a la violencia o al acatamiento ciego y esclavizante.

Es la historia de la primera astróloga registrada para el devenir de nuestra ciencia, de la que sin embargo no se conserva ningún trabajo. Una mujer sabia y poderosa cuyo deber era poner todo en cuestión y que cayó en manos de aquellos ciegos de una fe que se los impedía.

Nos dice mucho de las mujeres, de las religiones, de la filosofía, pero quisiera señalar que deja muy en claro el origen popular del cristianismo, que sin embargo se defraudó a sí mismo desde el momento que se alió con el poder y que dejó de profesar las ideas de su redentor al instigar el odio, la guerra y la violencia. La violencia siempre y solamente engendrará más violencia pero hay muy pocas personas capaces de utilizar otras armas ante ellas, quizá una buena opción sería la filosofía, la duda, el uso de la razón, esa con la que la naturaleza también nos dotó y que a veces olvidamos.

Quiero imaginar a Hypatia brillando como parte de ese firmamento que tantas veces contempló extasiada.

viernes, 14 de mayo de 2010

La hija del curandero


El primer libro que leí de Amy Tan fue El club de la buena estrella, en una edición de planeta popular pero bonita de tapa dura. Me gustó muchísimo, la narración fragmentada, las cuatro historias narradas, los personajes, todo el mundo de la cultura oriental colándose en creencias, puntos de vista, intuiciones, supersticiones. Luego leí La esposa del dios del fuego, que a diferencia de la primera ocurría en su mayor parte en China y contaba con personajes memorables, con historias trágicas, dolorosas pero reales. Una constante es ese contrapunto entre el mundo de allá y el mundo norteamericano, los personajes van y vienen entre esos referentes, que es muchas veces un ir y venir entre el pasado y el presente. Con la novela que acabo de terminar, La hija del curandero, Tan se me consagra como una escritora magistral, capaz de contar sagas familiares, siempre diferentes, siempre novedosas apesar de los puntos comunes que se encuentran en ellas: China, Estados Unidos, la cosmovisión oriental, la opresión de la mujer. Su pluma es muy dable a las tragedias con connotaciones épicas, pero sabe también remontarlas a conflictos y dilemas cotidianos, modernos, actuales. Sólo he tenido un traspié cuando empecé a leer su último libro, Un lugar llamado nada, en el que el giro hacia el suspenso y cierto toque gore fue demasiado para mí. Pero la reitero como una autora crucial, enriquecedora e indiscutible de nuestros tiempos.

viernes, 26 de marzo de 2010

Las mujeres que amamos demasiado


Toda mi vida he visto con malos ojos los libros de autoayuda, intenté leer Mis zonas erróneas hace años porque mi prima me lo recomendó pero simplemente no pude pasar de la segunda hoja y también he desdeñado siempre aquellos libros supuestamente literarios que no son más que libros de autoayuda camuflados, como muchos de un famoso escritor brasilero. Con el tiempo no sé si me he vuelto menos estricta o más abierta y puedo reconocer distintos tipos de enseñanza en casi todos los textos con algún fin loable. También he aprendido que los libros a veces le llegan a uno en el momento inadecuado y que hay que tener la lucidez para abandonarlos y retomarlos cuando es debido, aunque el azar casi siempre juega a nuestro favor y nos llegan por lo general cuando es su momento, no podría decir que demasiado tarde porque mientras haya vida que vivir siempre se puede mejorar no para cambiar el pasado sino para afrontar el futuro con calidad y alegría.

Así que he acabado de leer Las mujeres que aman demasiado de Robin Norwood el cual compré pensando en una amiga muy querida, la cual me lo prestó. Mucho de su contenido de verdad que me ha descubierto zonas oscuras, nebulosas de mis sentimientos y me ha permitido la posibilidad de entender y ver aquello que me había pasado desapercibido. "Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado", esa es la primera idea clave que hay que entender, que el amor no es, no tiene por qué ser un sufrimiento y si lo es, es que algo anda mal. Norwood desarrolla el tema como una adicción, en mayor o menor medida, y considera que su tratamiento merece la misma atención, profundidad y apoyo que la adicción a una sustacia. Si bien el inicio, su claridad y precisión, me gustó mucho, luego desarrolla varios casos no todos interesantes que además se vuelven algo repetitivos, de modo que ya al final me parece que promete más de lo que cumple y que su análisis está demasiado atravesado por directrices de raza y clase que no siempre se aplican o se pueden aplicar a nuestra realidad, lo que no quita las enseñanzas que nos puede dejar.

En resumen, ni la obsesión, ni el dolor son sinónimo de amor. Las mujeres que aman demasiado cumplen un patrón bastante similar, que surge de no haber recibido en la niñez el afecto, el apoyo y la seguridad que toda niña necesita. Las relaciones con hombres errados es por un lado una proyección de sus miedos infantiles que esperan resolver en el presente, por otro la continuación de un patrón en el que lo "normal" es la inseguridad, el dolor, la dependencia enfermiza. Cuesta mucho trabajo cambiar este patrón, especialmente porque la niñez marca una ruta, traza un camino por el cual caminarán todos nuestros afectos posteriores, es así que crear nuevos senderos se hace una tarea ardua, larga y compleja, pero no imposible. Los hombres también tienen su cuota de responsabilidad en esto, aquellos que se juntan con mujeres que aman demasiado es porque ellos también tienen una carga personal que evaluar. En algunos casos de los expuestos en el libro, ambos han hecho procesos de terapia y luego han logrado retomar una relación ya en otros términos, pero el trabajo personal es ineludible para los dos. Como parte de la recuperación ocurrirá que luego podremos entablar relación con hombres (mujeres) adecuados que nos parecerán "aburridos", esto porque nunca la adrenalinda de la inseguridad o de la conquista va a compararse a la de una relación sana y saludable, de ahí que sea necesario aprender a amar lo que nos hace bien, lo cual pasa en primer lugar por amarnos nosotras mismas. Es mucho más lo que podría decir, sólo les recomiendo el libro y les dejo con unas pequeñas ideas fuerza:

"Nuestra cultura otorga un visto romántico al sufrimiento por amor y a la adicción a una relación (...), estamos rodeados por innumerables ejemplos de relaciones inmaduras e insatisfechas que se ven glorificadas y ensalzadas. Una y otra vez esos modelos implican que la profundidad del amor se puede medir por el dolor que causa y que aquellos que sufren de verdad aman de verdad".

"Hay una regla empírica que dice así: cuanto más difícil es poner fin a una relación que es mala para nosotras, más elementos de nuestra lucha infantil contiene. Cuando amamos demasiado es porque tratamos de vencer los viejos miedos, enojos, frustraciones y dolores de la niñez, y darse por vencido es renunciar a una valiosísima oportunidad: de encontrar alivio y de rectificar lo que hemos hecho mal".

"La verdadera aceptación de un individuo tal como es, sin tratar de cambiarlo mediante el aliento, la manipulación o la coacción es una forma muy elevada del amor y, para la mayoría de nosotros, resulta muy difícil de practicar. En el fondo de todos nuestros esfuerzos para cambiar a alguien hay un motivo básicamente egoísta, una creencia de que a través de ese cambio seremos felices. No hay nada de malo en desear ser felices, pero colocar la fuente de esa felicidad fuera de nosotros mismos en las manos de otras personas significa que evitamos nuestra capacidad, nuestra responsabilidad de modificar nuestra propia vida para bien".

No creo que el libro se agote en sí mismo, sin duda se debe complementar con un trabajo de terapia, yo que he estado ya un tiempo en ese proceso debo decir que igualmente me ha hecho bien la lectura y que ambas cosas se han enriquecido mutuamente. Se trata de un trabajo en el que sigo inmersa, el trabajo personal, interior de comprenderme mejor y poder llevarme mejor con el mundo, por supuesto también el de aprender a amar bien a quienes me rodean.

jueves, 18 de febrero de 2010

Yo vendo unos ojos negros


Es muy posible que muy pocas personas conozcan a la escritora ecuatoriana Alicia Yáñez, yo no la conocía hasta que estuve en Quito el año pasado para el congreso de la AILCFH. Y eso que creo conocer a varias escritoras dado que las busco y las persigo, como parte de una apuesta personal y académica de recuperación de voces de artistas que puedan enriquecer mi visión del mundo y poner en cuestión la visión hegemónica masculina (y muchas veces también machista). Me sorprendió sobre todo la cantidad de obras que tenía publicadas, al rededor de veinte, que yo desconocía. También me sorprendió el hecho de que una mujer que pudo empezar su carrera como escritora sólo hasta que murió su marido y sus hijos fueron adultos, echara leña al fuego contra las feministas por supuestamente atacan lo más esencial de la mujer que es el ser madre. Ni las feministas lo atacan ni creo que sea lo más esencial de la mujer. Me pareció terrible que una mujer que había padecido en carne propia el sacrificio de una vocación íntima por una vocación social no fuera capaz de visibilizar esa diferencia cultural. Lo loable es que más allá de los años se aventuró en la escritura con éxito llegando a ser actualmente la mejor escritora ecuatoriana y además la receptora de una beca del Estado que financia su actividad artística, algo que muchos matarían por tener pero que es impensable en un país como el Perú que le da tan poca importancia a sus artistas y que considera la cultura la última rueda del coche. Todo eso era mi opinión hasta que leí su libro. El libro que leí se llama Yo vendo unos ojos negros y fue un sufrimiento terrible, realmente, como me pasó también con El padre de Blancanieves, con la salvedad de que en Gopegui la trama ya la reflexión filosófica aminoró la mala prosa. En este caso no fue así, me parece que el libro está lleno de lugares comunes, de frases hechas, de un esencialismo peligroso y de un cuestionamiento precario de la realidad de la mujer y su situación subordinada que no puede escapar de una visión religiosa y moralista de la misma. Realmente me sentí bastante decepcionada con el libro, quizá haya otros más logrados, pero en este el tono de clase de escuela implica un lector y una lectora demasiado cándido e inocente, mismo que yo no soy. Pienso que quienes puedan compartir esta misma opinión contraatacarán contra las mujeres, pero la falta de calidad literaria no es monopolio de nadie, felizmente. Sin embargo, sin duda políticamente hablando, las mujeres seguimos en el ojo de la tormenta y un error, cualquiera, es simpre un argumento en contra de la libertad, de la capacidad creativa y de la igualdad social por la que se lucha. Me reafirmo en la necesidad de que las mujeres escriban y puedan acceder a ella de manera democrática y real, no avalo cualquier estética por estar escrita por una mujer, sino la posibilidad de cometer errores, rectificarse y mejorar como cualquiera; posibilidad que negando su escritura, tachando su historia, borrándolas de la memoria, es nula. Y sigue siendo lo más difícil encontrar ese punto medio, que no sea ni favoritismo ni desventaja, ni sobreestimación ni subestimación, ni todo lo malo ni todo lo bueno, ni la norma que se cumple ni la excepción a la regla, ni el olvido ni la imposición forzada, ni el grio ni el silencio, sino ese justo punto medio en el que podemos ser y existir en comunidad y en paz.

domingo, 7 de febrero de 2010

El amor: la dictadura y el dolor


He leído Niña errante, las cartas que le escribió Gabriela Mistral a Doris Dana, su pareja y acompañante personal en los últimos años de su vida. ¿Por qué nos llegan los libros en un momento de la vida y no en otro, por qué optamos por leerlos ahora y no antes, no después? Son ese tipo de cosas las que me hacen creer que el azar es una fuerza más poderosa y más sabia que la casualidad, la sin razón, la mera coincidencia. Lo primero que me dije a mí misma, fue, ¡cómo me parezco a Gabriela Mistral!, o simplemente a cualquier ser enamorado, apasionado para quien el otro es el aire, el todo. Primero me hizo confiar en el amor, en la posibilidad de que un encuentro, por más breve y esporádico, puede insuflar un amor profundo e intenso y la lucha que hay que darle para que sobreviva, pues Gabriela, a pesar de la esquiva personalidad de Doris, a pesar de sus largos silencios, ¡esos silencios!, persiste, insiste, consigue. Pero también me hizo sentir parte de ese infinito dolor, el de la ausencia, la lejanía, la incertidumbre, el vacío, alimentado por el silencio, por un diálogo que nunca se concreta, por la sensación de estarse escribiendo cartas a sí misma. Gabriela llena ese vacío con su inseguridad, con el miedo a perder a su amor y esa combinación la lleva a la desolación, a la infinita tristeza que sólo en parte se ve recompensada por una relación que a pesar de todo se mantuvo en el tiempo, que la hizo feliz. Sí, la hizo feliz, sin duda, a costa de bastante sufrimiento. Cuántas veces se hizo fuerte y simuló una ruptura, un punto final, con el único propósito de generar una reacción y ante la persistencia del silencio, ella cedió, porque su corazón seguía palpitando. Esta inseguridad que le genera la errante Doris, hace de Gabriela una pequeña dictadora, al exigir, diez líneas cada ocho días, como cuota mínima para su afecto, para su adicción, su pasión, su vida. "Yo necesito de tu presencia de una manera violenta, como del aire. Parece que estuviese viviendo una asfixia. Es eso exactamente"(117). Ha sido un reencuentro con mis propias obsesiones, una suerte de desdoblamiento que me ayuda a comprenderme mejor y espero también a ser mejor.
Aunque repetitivas por las obsesiones que se reiteran: el dinero, sus casas, los asuntos de salud, de su servicio consular, del servicio doméstico, los viajes, su desconfianza en la gente, su delirio de ser siempre espiada; nos muestra íntimamente a Gabriela Mistral en la plenitud del sentimiento amatorio, su dictadura y su dolor. "¿Por qué tú, niña errante, te haces querer tanto? Es malo para quien te quiere y para ti resulta fastidioso"(288).

miércoles, 27 de enero de 2010

Un premio


Un poquito antes de iniciar el año me enteré de que había ganado el premio de ensayo Nelly Fonseca, lo cual vislumbró un inicio con el pie derecho. Como puse en una nota del 26 de agosto, Nelly Fonseca es una poeta peruana de la cual me llamó la atención en primer lugar su travestismo, también conocida como Carlos Fonseca, ambas personalidades se han inmortalizado en fotografías que muestran aquella dualidad. Mi participación en el concurso fue por lo demás pura casualidad, puesto que la convocatoria se hizo cuando yo estaba en México a inicios del 2009 y aunque busqué información allá no encontré nada que me permitiera saber más de la autora. Cuando regresé a Lima en agosto me enteré de que se había postergado la fecha de presentación de textos y entonces me animé a mandar mi contribución. Hace una semana se comunicó conmigo May Rivas y pudimos coordinar algunos aspectos de la premiación, que será el 18 de marzo a las 7:30pm en el CC España, en la cual yo leeré un texto, parte del resumen del ensayo ganador, parte de nuevos aportes y reflexiones. La edición del ensayo se hará con Flora Tristán con quienes todavía no nos hemos puesto en contacto. En el CC España me hicieron fotografías, que sirvieron para algunas notas en el periódico que han circulado. La primera fue en La República el sábado 23 y la otra este 27 de enero en La Primera. Aquí va:


Estas notas me hacen dar cuenta de lo importante que son los premios, yo siempre he creído que la literatura más valiosa no pasa necesariamente por los galardones pero sin duda es un vehículo de difusión valioso. No estoy segura de querer entrar en el parnaso de la literatura peruana, como se anuncia, a no ser que sea para ponerlo en cuestión, para hacerlo más universal, más accesible, menos machista.

Me han llegado muchas felicitaciones y palabras de ánimo, así que agradezco infinitamente a mis amigas y amigos, presentes con estas manifestaciones de afecto. Seguiré informando sobre este evento.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Yo amo mi vulva


Finalmente pude ir a la presentación del libro Yo amo mi vulva, cuya primera presentación fue en Ksa Tomasa cuando estaba en Quito. Ahora fue en la feria del libro, dijeron que era en el auditorio grande pero fue en un auditorio pequeño que estuvo lleno. Se combinaron las palabras, con música y con pintura, con intervenciones del público. Como ya he leído el libro puedo comentar que es impresionante ver tantas vulvas juntas, me costó al principio enfrentarme al libro, ver lo distintas que pueden ser las vulvas entre sí y sobre todo verlas a página completa. El libro trata de evidenciar justamente esa zona tan marginada, tan oculta del cuerpo de la mujer y tan importante para el placer, para la autoestima, para conocer el propio cuerpo. Los testimonios son, algunos, muy intesos, tristes, porque dan cuenta de la discriminación que siguen padeciendo las mujeres de parte de los médicos y los servidores de salud que se sienten con autoridad de nombrar sobre su sexualidad, de mofarse por su vida sexual, de opinar sobre ella. También otras experiencias de gozo en el libro son un estímulo, una invitación para relacionarse con el propio gozo. Quise reflexionar sobre la posibilidad de que leer el libro en público podría causar malestar y que era mejor tapar las imágenes. Estoy en contra porque la imagen degradada de la mujer como objeto sexual está en todos los periódicos, serios y no serios, en revistas, suplementos, folletos, catálogos y nadie está preocupada por ocultarla, y también es vista por niños, niñas, grandes, chicos, etc.; en cambio, nuevamente, se busca invisibilizar y ocultar imágenes que buscan una interioridad, una particularidad, de manera artística y seria, a diferencia de las imágenes mediatizadas y divulgadas de la mujer como objeto sexual, en el que potos y tetas son el pan de cada día. Celebro mucho el libro y también el diálogo y la reacción del público ante el mismo, confío en que romperá tabúes y quizá abra algunas mentes también, de mujeres y de hombres. Fue muy simpático que al final se adaptara la canción "Guantanamera" con la letra "yo amo mi vulva, es que yo amo mi vulva" y luego "yo amo tu vulva, es que yo amo tu vulva" y que todo el auditorio terminara cantando.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Clorinda Matto de Turner


Terminó ayer el coloquio internacional sobre Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera que se llevó a cabo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya impulsado por la carrera de periodismo de la misma, Flora Tristán, Manuela Ramos, el Programa de Estudios de Género de la UNMSM y la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue muy interesante oír tantas investigaciones desde diferentes posturas y perspectivas sobre estas autoras y otras contemporáneas suyas. Especialmente interesante fue la ponencia de Luz Vargas, la cual ha hecho un estudio minucioso sobre la prensa de la época, especialmente El Perú Ilustrado, para mostrar el modo en que Clorinda con una clarividencia empresarial supo difundir y marketear su libro a través del periódico, ganarse adeptos leales y lograr que Ave sin nido fuera una de las obras más importantes de su época. Muestra una cara de Clorinda no como una mujer débil, sino por el contrario como una mujer con visión empresarial con dote para las relaciones sociales y sumamente inteligente para canjearse un lugar en la sociedad peruana de la época, de hecho la muestra como una mujer poderosa e influyente. Me parece inspirador que se esté revalorando a estas mujeres y descubriendo nuevos aspectos cruciales de su vida. Aunque yo no soy especialmente devota de las obras de Clorinda Matto y las de Mercedes Cabello no las he leído en absoluto, las interesantes propuestas despertaron mi curiosidad e interés, al menos para ir redescubriendo su verdadera dimensión social y política, seguir la huella a las nuevas lecturas e investigaciones que seguro este evento despertará.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¡Sí a la vida de las mujeres!


Ayer, martes 20 de octubre, se hizo un plantón a las 11:00 am frente al Congreso para apoyar la votación que realizaría a medio día la Comisión revisora del Código Penal, la cual ha propuesto ampliar la despenalización del aborto (que actualmente sólo contempla el aborto terapéutico, que no se cumple por falta de un protocolo adecuado) a los casos de violación y malformación congénita incompatible con la vida (eugenésico). El Ministerio de Justicia había pedido una reconsideración de esta ampliación y se quería anular cualquier interrupción legal del embarazo, pero la Comisión revisora se ratificó en su decisión.

Estuvimos temprano en una de las esquinas de la Av. Abancay, en la otra estaba la contra marcha, los grupos anti-choice con carteles gigantes de bebés (porque no eran fetos) ensangrentados y mutilados, con láminas del desarrollo del feto alteradas para sus fines, en una manipulación visual de poca monta. El hecho no es la discusión del origen de la vida humana (si es en la concepción, en la implantación o en la x semana de la gestación) sino de un problema de salud pública gravísimo, que arroja más de mil abortos clandestinos diarios en nuestro país por los que también miles de mujeres mueren día a día, muertes que pudieron haber sido evitadas.

Tampoco estamos ahora discutiendo por una amplia despenalización del aborto en el que las mujeres, con su conciencia y en relación a sus posibilidades, deciden sobre su cuerpo, sino en dos casos dramáticos: aborto por violación y aborto por malformaciones genéticas incompatibles con la vida, es decir, fetos que de completar su gestación no podrán tener una vida plena, ni gozar de las mínimas condiciones de salud para su subsistencia, como por ejemplo los fetos anancefálicos.

Por tanto, las razones que contradicen el sentido común están fuertemente respaldadas por una concepción de la religión absolutista, dogmática y machista, en la cual el sufrimiento debe ser la principal tarea de la mujer (porque es la mujer quien enfrentará tanto la maternidad por violación como el cuidado de un bebé que está condenado a no vivir), cuando en respeto de la vida de las mujeres, de su salud física y mental, así como de su derecho a una vida plena, se debería permitírles abortar de forma segura en los casos aquí descritos. La violación es ya un hecho durísimo para las mujeres, validado en la casi nula sanción y por tanto en la permisividad social al desenfreno masculina y reafirmado en la aceptación de un producto consecuencia de la violencia. Es sabido y está demostrado en diferentes estudios, que cuando una mujer asume una maternidad no deseada, los conflictos afectivos con el hijo o hija, la falta de cariño y muchas otras consecuencias son imposibles de ser remontados y alimentan la delincuencia pero sobre todo la infelicidad (tanto de los hijos como de la madre). Es sabido además que las violaciones son principalmente perpetradas a menores de edad y mujeres por familiares (padres, tíos, esposos) y que por tanto, agravado por su corta edad, muchas veces las mujeres no están preparadas para cumplir con una maternidad saludable y al mismo tiempo restinguirán sus posibilidades de desarrollo personal en la educación y en el trabajo. De ahí que la obligación de continuar con un embarazo es un hecho que ahonda la desigualdad social y económica de las mujeres (ya antes subyugadas por diferencias de edad y de poder, especialmente en los casos de violación de familiares).

Es sabido también que llevar a término un embarazo que no tiene posibilidades de ser exitoso, causa un grave daño psicológico para las mujeres, como fue el caso de Karen Llantoy en nuestro país, una adolescente que no pudo acceder a un aborto seguro. Es sabido también que estos casos no son aislados, ni extraños, que son parte del día a día de muchas mujeres en nuestro país.

¡Sí a la vida de las mujeres!, ¡Aborto seguro para no morir! es lo que gritamos y demandamos, porque estamos a favor de la vida, de la vida de las mujeres, de la procreación de la vida en razón de la voluntad y el afecto, de la vida plena y con posibilidad de realización y felicidad. Muchas de las que estuvimos ahí presentes no peleamos por nosotras mismas porque podemos pagar un médico que nos haga un aborto seguro, si lo requerimos, sino por las miles de mujeres que no tienen esa posibilidad y mueren por agujas, inyecciones, venenos, ganchos de colgar ropa que las perforan, que las desangran, que les causan infecciones letales. Por esas mujeres que mueren por ser mujeres y pobres, por aquellas también más propensas a padecer casos de violación en sus propios hogares, por ellas y todas nosotras es que decimos ¡sí a la vida de las mujeres! Y el grupo opositor, se quedó callado cuando se coreó ¡las ricas abortan, las pobres mueren! Porque esta es una lucha profundamente afectada por las diferencias de clase y de procedencia. No estamos en favor del aborto, sino de la viabilidad de una opción en casos extremos como la violación o un feto que no vivirá, en el contexto en que la planificación familiar es todavía una utopía para muchas mujeres, que el acceso a métodos anticonceptivos es escaso y deficiente. ¡Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir!

La Iglesia absurdamente quiere solucionar el problema albergando a todos los bebés que nazcan producto de una violación y/o con malformaciones incompatibles con la vida. En primer lugar ¿cómo haría para contactarse con todas aquellas mujeres que están en esa situación?, ¿podría darse abasto?, ¿qué calidad de vida recibirán esos bebés? Sabemos que crecerán con carencias afectivas muy grandes y que ello les deparará infelicidad; sabemos también que en manos de la Iglesia se cometen muchas violaciones y que ni el celibato ni el amor a Dios lo ha impedido antes, mucho menos lo impedirá ahora si los dejamos en sus manos. La Iglesia por tanto, una vez más, se distancia de la realidad y no es capaz de abrir los ojos ante el padecimiento de las mujeres y tener una posición acorde a ello. Recordemos no más el caso de una menor de edad, de nueve años, violada, a la que se le obligó a continuar con su embarazo. La entonces ministra, Cuculiza la apoyó, la Iglesia, todo el mundo salió a darle su respaldo, ¿dónde está esa niña y su hija ahora? Nadie lo sabe porque a nadie le importa, porque es ella sola la que debe afrontar una maternidad impuesta e indignante, cuando la respuesta racional y humana habría sido permitirle un aborto seguro porque ella ni quería ser madre, ni estaba en condiciones de serlo.

Me emocioné mucho cuando la comisión se ratificó en su ampliación de las causales para el aborto legal, porque este país tan tristemente atrasado en educación, parecía que no podría concebir un derecho autónomo de la mujer y la posibilidad de su vida plena. Sin embargo, la lucha no queda aquí, falta todavía que se discuta el tema en el congreso y falta que se cree un protocolo para que la norma sea viable. Así que en esa lucha continuamos, por la vida de las mujeres.
Mi opinión personal es que el aborto debería estar despenalizado (sin causal y sin restricción), de que ninguna mujer debe asumir una maternidad impuesta y de que es una decisión personal, de cada quien y cada cual, continuar o no un embarazo; el Estado debería garantizar el libre acceso a una interrupción legal del embarazo. "Las mujeres deciden, la sociedad respeta, el Estado garantiza, la Iglesia no se mete". Yo estoy por la decisión autónoma de la mujer para decidir, porque creo que la mujer es capaz de decidir por sí misma, porque considero que es un derecho humano. Pero creo que nuestro país no está preparado para darle una agencia plena a la mujer, que esa será todavía una lucha de más largo aliento, mientras tanto vamos con una batalla ganada, a la guerra contra la ideología machista.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Nelly Fonseca


En el interés de recuperar voces de nuestra literatura que han sido olvidadas o silenciadas, les comparto un poema de una poeta modernista, Nelly Fonseca Recavarren (1922-1963), destacada escritora, periodista y promotora cultural de su tiempo. Buena parte de su obra salió bajo el nombre de Carlos Alberto Fonseca y como correlato también adoptó las vestimentas masculinas. Una identidad enigmática de la que sólo nos quedan algunos versos que esperan no caer más en el olvido.

Granito de sal

Lancé mi alegría al viento
Y se perdió sobre el mar...
Eché el corazón al agua,
Y el mar lo arrojó a la playa,
Ebrio de llanto y de sal...