viernes, 14 de mayo de 2010

La hija del curandero


El primer libro que leí de Amy Tan fue El club de la buena estrella, en una edición de planeta popular pero bonita de tapa dura. Me gustó muchísimo, la narración fragmentada, las cuatro historias narradas, los personajes, todo el mundo de la cultura oriental colándose en creencias, puntos de vista, intuiciones, supersticiones. Luego leí La esposa del dios del fuego, que a diferencia de la primera ocurría en su mayor parte en China y contaba con personajes memorables, con historias trágicas, dolorosas pero reales. Una constante es ese contrapunto entre el mundo de allá y el mundo norteamericano, los personajes van y vienen entre esos referentes, que es muchas veces un ir y venir entre el pasado y el presente. Con la novela que acabo de terminar, La hija del curandero, Tan se me consagra como una escritora magistral, capaz de contar sagas familiares, siempre diferentes, siempre novedosas apesar de los puntos comunes que se encuentran en ellas: China, Estados Unidos, la cosmovisión oriental, la opresión de la mujer. Su pluma es muy dable a las tragedias con connotaciones épicas, pero sabe también remontarlas a conflictos y dilemas cotidianos, modernos, actuales. Sólo he tenido un traspié cuando empecé a leer su último libro, Un lugar llamado nada, en el que el giro hacia el suspenso y cierto toque gore fue demasiado para mí. Pero la reitero como una autora crucial, enriquecedora e indiscutible de nuestros tiempos.

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