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viernes, 14 de mayo de 2010

La hija del curandero


El primer libro que leí de Amy Tan fue El club de la buena estrella, en una edición de planeta popular pero bonita de tapa dura. Me gustó muchísimo, la narración fragmentada, las cuatro historias narradas, los personajes, todo el mundo de la cultura oriental colándose en creencias, puntos de vista, intuiciones, supersticiones. Luego leí La esposa del dios del fuego, que a diferencia de la primera ocurría en su mayor parte en China y contaba con personajes memorables, con historias trágicas, dolorosas pero reales. Una constante es ese contrapunto entre el mundo de allá y el mundo norteamericano, los personajes van y vienen entre esos referentes, que es muchas veces un ir y venir entre el pasado y el presente. Con la novela que acabo de terminar, La hija del curandero, Tan se me consagra como una escritora magistral, capaz de contar sagas familiares, siempre diferentes, siempre novedosas apesar de los puntos comunes que se encuentran en ellas: China, Estados Unidos, la cosmovisión oriental, la opresión de la mujer. Su pluma es muy dable a las tragedias con connotaciones épicas, pero sabe también remontarlas a conflictos y dilemas cotidianos, modernos, actuales. Sólo he tenido un traspié cuando empecé a leer su último libro, Un lugar llamado nada, en el que el giro hacia el suspenso y cierto toque gore fue demasiado para mí. Pero la reitero como una autora crucial, enriquecedora e indiscutible de nuestros tiempos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Yo vendo unos ojos negros


Es muy posible que muy pocas personas conozcan a la escritora ecuatoriana Alicia Yáñez, yo no la conocía hasta que estuve en Quito el año pasado para el congreso de la AILCFH. Y eso que creo conocer a varias escritoras dado que las busco y las persigo, como parte de una apuesta personal y académica de recuperación de voces de artistas que puedan enriquecer mi visión del mundo y poner en cuestión la visión hegemónica masculina (y muchas veces también machista). Me sorprendió sobre todo la cantidad de obras que tenía publicadas, al rededor de veinte, que yo desconocía. También me sorprendió el hecho de que una mujer que pudo empezar su carrera como escritora sólo hasta que murió su marido y sus hijos fueron adultos, echara leña al fuego contra las feministas por supuestamente atacan lo más esencial de la mujer que es el ser madre. Ni las feministas lo atacan ni creo que sea lo más esencial de la mujer. Me pareció terrible que una mujer que había padecido en carne propia el sacrificio de una vocación íntima por una vocación social no fuera capaz de visibilizar esa diferencia cultural. Lo loable es que más allá de los años se aventuró en la escritura con éxito llegando a ser actualmente la mejor escritora ecuatoriana y además la receptora de una beca del Estado que financia su actividad artística, algo que muchos matarían por tener pero que es impensable en un país como el Perú que le da tan poca importancia a sus artistas y que considera la cultura la última rueda del coche. Todo eso era mi opinión hasta que leí su libro. El libro que leí se llama Yo vendo unos ojos negros y fue un sufrimiento terrible, realmente, como me pasó también con El padre de Blancanieves, con la salvedad de que en Gopegui la trama ya la reflexión filosófica aminoró la mala prosa. En este caso no fue así, me parece que el libro está lleno de lugares comunes, de frases hechas, de un esencialismo peligroso y de un cuestionamiento precario de la realidad de la mujer y su situación subordinada que no puede escapar de una visión religiosa y moralista de la misma. Realmente me sentí bastante decepcionada con el libro, quizá haya otros más logrados, pero en este el tono de clase de escuela implica un lector y una lectora demasiado cándido e inocente, mismo que yo no soy. Pienso que quienes puedan compartir esta misma opinión contraatacarán contra las mujeres, pero la falta de calidad literaria no es monopolio de nadie, felizmente. Sin embargo, sin duda políticamente hablando, las mujeres seguimos en el ojo de la tormenta y un error, cualquiera, es simpre un argumento en contra de la libertad, de la capacidad creativa y de la igualdad social por la que se lucha. Me reafirmo en la necesidad de que las mujeres escriban y puedan acceder a ella de manera democrática y real, no avalo cualquier estética por estar escrita por una mujer, sino la posibilidad de cometer errores, rectificarse y mejorar como cualquiera; posibilidad que negando su escritura, tachando su historia, borrándolas de la memoria, es nula. Y sigue siendo lo más difícil encontrar ese punto medio, que no sea ni favoritismo ni desventaja, ni sobreestimación ni subestimación, ni todo lo malo ni todo lo bueno, ni la norma que se cumple ni la excepción a la regla, ni el olvido ni la imposición forzada, ni el grio ni el silencio, sino ese justo punto medio en el que podemos ser y existir en comunidad y en paz.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Clorinda Matto de Turner


Terminó ayer el coloquio internacional sobre Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera que se llevó a cabo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya impulsado por la carrera de periodismo de la misma, Flora Tristán, Manuela Ramos, el Programa de Estudios de Género de la UNMSM y la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue muy interesante oír tantas investigaciones desde diferentes posturas y perspectivas sobre estas autoras y otras contemporáneas suyas. Especialmente interesante fue la ponencia de Luz Vargas, la cual ha hecho un estudio minucioso sobre la prensa de la época, especialmente El Perú Ilustrado, para mostrar el modo en que Clorinda con una clarividencia empresarial supo difundir y marketear su libro a través del periódico, ganarse adeptos leales y lograr que Ave sin nido fuera una de las obras más importantes de su época. Muestra una cara de Clorinda no como una mujer débil, sino por el contrario como una mujer con visión empresarial con dote para las relaciones sociales y sumamente inteligente para canjearse un lugar en la sociedad peruana de la época, de hecho la muestra como una mujer poderosa e influyente. Me parece inspirador que se esté revalorando a estas mujeres y descubriendo nuevos aspectos cruciales de su vida. Aunque yo no soy especialmente devota de las obras de Clorinda Matto y las de Mercedes Cabello no las he leído en absoluto, las interesantes propuestas despertaron mi curiosidad e interés, al menos para ir redescubriendo su verdadera dimensión social y política, seguir la huella a las nuevas lecturas e investigaciones que seguro este evento despertará.

domingo, 8 de noviembre de 2009

La pasión


La sensación es de sorpresa, ¿cómo un horóscopo cualquiera puede conocerme mejor que yo? Coincidencia. Suerte. Azar. Sí, ¿cómo dos horóscopos pueden conocerme mejor que yo misma? Eso ya parece ser verdad, una verdad ineludible. Bueno pues, soy apasionada e impulsiva, sí, lo soy, siempre lo he sido, no puedo evitarlo.

"Pakatnamu. Horóscopo mochica. SHIAC (pez-junio). Confirma las bondades de la mesura, impulsivo Shiac. A veces el apasionamiento nos lleva a sostener conflictos innecesarios. De lo justo y necesario compón cada uno de tus discursos y no te arrepentirás".

"Oráculo de los ángeles. Géminis. El arcángel Anael impedirá que las pasiones te dominen otra vez, no puedes ir siempre entre extremos. Hoy la mente estará brillante y genial, pero lo sentimental será muy complicado; no hables tanto y aprende a escuchar, pero sobre todo aprende del pasado. Color de vela: amarillo".

Es una contradicción, ¿el horóscopo sirve para constatar una realidad, para evitarla, para eludirla o para confirmarla? Sea como sea pues prometo seguir estos sabios consejos astrales.

Hoy domingo, acabo de leer la novela de Alicia Ruhe, Casa de las muchachas, a pesar de que es una historia sencilla me atrapa, la convivencia entre mujeres puede ser buena, puede ser divertida y le da un matiz de novedad que me agrada, pues de esto se ha tenido más el correlato masculino, me parece. Gracias por la recomendación Mariella. Reconozco que en muchos casos me daba envidia, me remontaba a mi vida pasada y la añoraba, pero ahora lo veo hacia adelante con buenos ojos. Yo también soy capaz.

Tengo que elegir un nuevo libro para leer y estar en cama el domingo hasta tarde, en piyama, ansiosa por llegar al final y empezar una nueva historia de esta apasionada y apasionante vida. Creo que ya que estoy con viada seguiré con las matadoras. En la imagen, foto del Pompidou que me mandó Ana.