sábado, 19 de junio de 2010

Hypatia


Me habían recomendado mucho la película Ágora y en realidad es muy buena, pero es también profundamente dolorosa porque no se tiene el consuelo de decir, "es sólo una película", porque si bien lo es, nos habla de una mujer inteligente, capaz, pensante que fue condenada por las mentes obtusas, los intereses y la estupidez de hombres para quien cualquier puesta en duda de su pensamiento, de su voz, de sus creencias era una ofrenta. A dónde habríamos llegado si se siguiera pensando que la tierra era plana y descansaba sobre tortugas. Han sido, lamentablemente, las religiones que se han vuelto masivas y que han alentado, como en los ejércitos, la obediencia ciega en vez de la sabiduría crítica, quienes han detenido, han impedido el avance del pensamiento. Y como las religiones, también aquellas ideologías igualmente subyugantes de la razón crítica. Son las mismas que hoy siguen condenando mujeres, como Hypatia, por su manera de pensar, por buscar su libertad, por querer comandar su vida y su cuerpo.

Ágora es una película del director español Alejandro Amenábar, a quien conocemos bien por varios títulos como Tesis, Abre los ojos, Los otros, Mar adentro, todas ellas estrenadas en nuestras salas limeñas. Ágora es una película del 2009 pero que circula en formato DVD, todavía sin estreno aquí. Ojalá que llegue a difundirse en la pantalla grande y ponga a pensar sobre las encrucijadas en las que nos meten aquellos que no encuentran un punto medio entre el contigo o contra ti, aquellos que no dan tregua más que al odio y a la violencia o al acatamiento ciego y esclavizante.

Es la historia de la primera astróloga registrada para el devenir de nuestra ciencia, de la que sin embargo no se conserva ningún trabajo. Una mujer sabia y poderosa cuyo deber era poner todo en cuestión y que cayó en manos de aquellos ciegos de una fe que se los impedía.

Nos dice mucho de las mujeres, de las religiones, de la filosofía, pero quisiera señalar que deja muy en claro el origen popular del cristianismo, que sin embargo se defraudó a sí mismo desde el momento que se alió con el poder y que dejó de profesar las ideas de su redentor al instigar el odio, la guerra y la violencia. La violencia siempre y solamente engendrará más violencia pero hay muy pocas personas capaces de utilizar otras armas ante ellas, quizá una buena opción sería la filosofía, la duda, el uso de la razón, esa con la que la naturaleza también nos dotó y que a veces olvidamos.

Quiero imaginar a Hypatia brillando como parte de ese firmamento que tantas veces contempló extasiada.

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