viernes, 18 de junio de 2010

Illary: amanece


Sé que con justicia, cuando se dice "película peruana", la gente pasa de largo y prefiere buscar en cartelera alguna de esas propuestas en serie con las que nos atiborra Hollywood, sea en el rubro acción, terror, comedia, ciencia ficción o guerra. Yo también he sentido lo mismo cuando vi Tarata y otras que no vale la pena mencionar. Pero también es verdad que el cine peruano, a pesar de su limitada capacidad viene produciendo grandes y destacables películas, para ejemplo nuestra multi galardonada Claudia Llosa con Madeinusa y La teta asustada, así como la reciente Octubre, que pronto se estrenará, la excelente Paraíso y además Illary, la película que ahora quiero comentar e invitar fervientemente a que vean.

Se trata de una película producida con apoyo de nuestro sistema de fomento al cine. Sí, ya sé que dirán que no sabían que había tal cosa en el Perú, pero hay y es posible que pronto vaya a ampliar su financiamiento para impulsar el arte cinematográfico en nuestro país, que tanto lo necesita. La película trata un tema sensible, el tema de la guerra interna, de las ideologías encontradas, en las décadas del 80 y 90, sin duda, algunas de las más convulsionadas de nuestra historia republicana. Es un tema complejo, pero el excelente guión nos muestra las contradicciones de ambas apuestas, tanto la oficial como la disidente, nos muestra el sentir de buena parte de la población, el no querer estar con uno ni con otro y el terrible mandato de que no estar con uno ni con otro es ser enemigo de ambos.

Aunque algunas de las actuaciones no me convencen del todo, el sólido guión y una muy buena puesta en escena hacen de la película una gran propuesta de reflexión sobre nuestro país y sobre sus conflictos. Me alegra además que salga en este preciso momento en que el fantasma del terrorismo quiere volvernos a invadir. El fantasma sí porque sabemos perfectamente y la película también lo menciona, que bajo ese manto de impunidad el Estado cometió graves y terribles crímenes y justificó la violencia, las violaciones, la discriminación, la tortura, el racismo, la homofobia, al igual y de manera igual de salvaje como lo hacían a quienes supuestamente combatía. Si usas las armas del enemigo, te haces igual a él. De ahí que me parezca una película de vista obligatoria para no caer en el juego político del aprismo-fujimorismo y seguir diciendo no a la violencia y no también a la corrupción.

A su vez, es reconfortante que las protagonistas sean dos mujeres, valientes, fuertes, decididas, mujeres no sin contradicciones. Y también se agradece que a pesar del tema, se hayan omitido imágenes de excesiva violencia y se haya preferido dejar en el supuesto la violación como tortura. Sabemos que a las mujeres las violan, especialmente en momentos de guerra cuando las garantías ciudadanas se suspenden, así que no veo el punto de mostrar algo que ya se ha visto hasta el hartazgo, ni como denuncia, pues al hacerlo me parece que se refuerza un imaginario que lo alienta. De ahí que si bien el tema está presente, el omitir imágenes redundantes al respecto me parece algo digno de ser mencionado.

Finalmente, creo que parte de nuestra apuesta como ciudadanos y como consumidores de cine, es apoyar a esta buenísima película. No esperen grandes escenas en que la mitad de la ciudad explota, ni un súper héroe que va a poder destruir a todos los enemigos. No, esta es una película con una historia real y cercana y es en parte también responsabilidad nuestra que se mantenga en cartelera y que así, con nuestro granito de arena, contribuyamos al desarrollo del cine en nuestro país, a la reflexión desde el arte y al arte que invita a la reflexión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario