lunes, 14 de junio de 2010

Soñé que soñaba


Acabo de leer el libro Soñé que soñaba. Una crónica del movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982 de María Cristina Suaza Vargas y, como dicen mis queridas amigas Montse y Elo, ¡¡me ha encantao!! Es una crónica sincera y lúcida sobre el movimiento feminista, sobre una mujer fuerte y luchadora, sobre los vericuetos del feminismo, errores, aciertos, piedras en el camino. La forma en que el tema del aborto está presente como un velo silencioso es uno de los puntos que más reflexiones me ha suscitado, pero sobre todo la convicción de su sentido político. A su vez, me ha parecido tan necesario este recuento personal pero que también es histórico, sobre todo para identificar problemas que creo siguen aquejándonos, aquello del partidismo encontrado con la lucha de las mujeres, que ya sabemos que es un matrimonio infeliz. Las propuestas de vida comunitaria que se vinculan casi de manera "natural" con el feminismo en un sentido de vida, se vincula también con la forma de organizarnos, de alimentarnos, de ver nuestro cuerpo, de experimentar el deseo y el amor. La relación con los niños y niñas, como una relación activa me parece una gran enseñanza. Me increpó sobre todo cuando la autora dice que "el feminismo no era una ideología, era una forma de vida"(19), porque he afirmado hace poco que el feminismo es para mí básicamente una ideología, pero para mí la ideología es lo que guía la forma de vida que uno adopta, así que puede bien ser ambas cosas a la vez. He compartido esa sensación de sentir que en mi entorno soy la única loca, así como las grandes dificultades que implica organizarse entre mujeres, especialmente en torno a un ideal feminista, por lo general sólo funciona cuando hay un fuerte lazo de amistad. Las ilustraciones, fotos y demás material que Cris pone a nuestra diposición en un CD con gran generocidad me parece valiosísimo. Es una lectura amena, sencilla, pero profunda, no falta de humor, de contradicción, de sentimiento. El valor de estas palabras entra en contraste con el cierto tufillo pesimista con que se tiñe la lucha feminista en la autora, pero que sin duda se ha renovado con este testimonio y con las lecturas que de él se hagan. "Si vemos el feminismo como una actitud frente a la vida, como una forma de vivir y de construir el mundo, el feminismo siempre va a estar ahí"(126). Que así sea.

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