sábado, 5 de junio de 2010

Vinagre y rosas


El miércoles estuve en el concierto de Joaquín Sabina. El tráfico estaba atroz y además que el Jockey Club es un pésimo local. Es de difícil acceso no sólo porque ya sabemos cómo se ponde la Javier Prado en esa dirección a la hora punta, sino porque igual hay que caminar un montón para llegar al escenario que está en el descampado, lo cual en invierno se siente y mucho. Sí me gustó el escenario y las canciones y Sabina que es muy divertido, pero si bien tocó muchas de mis favoritas, faltaron algunas. Además ya se le notan los años, porque no cantaba todas las canciones y dejaba a sus acompañantes, lo cual está bien porque son muy buenos, pero igual uno quiere oírlo a él. No sé si antes hacía eso pero en todo caso lo hizo más que la vez que lo vi en México. Sobre todo me gustó oír por primera vez algunas de su último disco, que es buena opción como regalo de cumpleaños. También me dio mucho gusto poder ir con Hipólito, recuerdo que cuando a él le gustaba Sabina en San Marcos yo le ponía caras y luego me gustaron algunas letras, pero luego con otras amistades y en otros lugares le encontré la conexión y pues así es, la vida da muchas vueltas.

2 comentarios:

  1. Me vas a disculpar, pero para mi este fue el mejor de todos los conciertos... Y en mi opinión, las canciones que cantaron los músicos las prefiero con la voz de sus músicos como por ejemplo amor se llama el juego, la versión de sus músicos es mejor que la original.., y las que canto Sabina las prefiero con la voz de Sabina :)

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  2. Sin duda sabes mucho mejor que yo de lo que hablas, pero a mí me gusta que Sabina cante sin parar y que se quede pasadas las 12 y la 1, las 2 y las 3...

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