sábado, 28 de agosto de 2010

Sex and the city without sex



Me recoge Mikaela en el aeropuerto de La Guardia. Nos vamos en taxi de ahí porque ya era tarde y había tenido un largo día además de que ya nos habían arruinado nuestros planes del sábado. La persona que organizaba los viajes era afrodescendiente, el chofer del taxi era una persona oriental y del taxi que estaba detrás de nosotros sale un señor con barba larguísima y turbante, realmente la mixtura total de culturas. Llegamos a la calle donde iba a quedarme que es en casa de una amiga de una amiga de Mikaela con la que nos contactamos por email. Apenas paramos el taxi en la puerta sale un portero y nos ayuda con las maletas, en el camino dos personas más nos reciben, nos llevan en el elevador y llegamos al piso. Entramos a la sala y de frente, la vista inmensa del central park (en la foto). Un depa maravilloso y grande, me costó encontrar mi cuarto, que es lindo, pequeñito y agradable (en la foto la vista de mi ventana). Salimos a pasear por el central park que es maravilloso, la gente bailando, haciendo deporte, paseando, personas de todas partes hablando idiomas diferentes. En este punto me entra un pensamiento sobre la contradicción que existe entre una cultura como la norteamericana que es la mixtura de tantas otras sin perder su unicidad y al mismo tiempo un modelo de imposición ideológico-económico que parece homogenizar todo y borrar las diferencias. Comimos en un lugarcito agradable algo tipo árabe que estaba muy rico, yo no había comido y estaba hambrienta. Me tomé una cerveza en el momento que en el restaurante tocaban jazz y me sentí como en una película de Woody Allen. Al volver estaba Marguerite en casa, súper cálida y amable. Pero no hablamos mucho porque yo estaba agotada, así que me dormí. A la mañana siguiente ya acomodé todo y desayuné con Marguerite y con su esposo, ambos muy lindas personas. Me quedé ordenando, luego vino Mikaela y fuimos en metro a Washington Square. El metro es difícil hay varias líneas que pasan por los mismos rieles y uno tiene que estar muy atento. También es caro. Llegamos, la zona es muy bonita y por todas partes se veían estudiantes llegando a los dormitorios. Hacía un calor del demonio, pero nos sentamos un rato en la sombra a disfrutar del parque. Al regreso ya me vine yo sola pues Mikaela tenía que volver a Filadelfia. En casa encontré a Marguerite otra vez, conversamos un rato y de ahí se fueron al campo, yo me fui a hacer mis compras de la semana. Cociné algo y aquí estoy, sintiendo todavía extrañeza, como si esto no estuviera pasando y anduviera en una película. Pero bueno, mañana empezará realmente mi inmersión total.

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