jueves, 9 de septiembre de 2010

La magia de la voz


El miércoles me levanté temprano y me fui a ver a Chloe que me trajo mi maleta con la ropa de invierno. Fui hasta Brooklyn por la línea L del metro que es súper moderna y tranquila. Me di cuenta que a pesar de que uno toma el metro en horas concurridas y está lleno, nunca está lleno o abarrotado a los niveles en que se ve en el DF, lo cual agradezco. Debe ser porque aquí hay menos gente y más líneas de metro. De hecho esta L estaba casi vacía. Les acompañé con un cafecito aunque yo ya había desayunado. De ahí me regresé, aunque sólo tuve que cargar mi maleta por tres cuadras, me quedé con la mano con ampollitas y con los brazos doliéndome. Regresé a casa me puse a avanzar varias cosas, cociné ensalada de atún. Pero me llegó encontrar un correo del banco que pase a dejar una carta de presentación de NYU, aunque ya les había entregado una. Así que bueno, me pasé por el departamento y Karina me hizo una, pasé al banco y la entregué, como la chica estaba ocupada aproveché de que me revisaran mi cuenta de internet e hice algunas consultas. De ahí me fui a la biblioteca, acabé de leer ya el texto de Foucault. De ahí hablé con Inés y con Montse un ratito. La reunión del departamento estuvo muy bien, conocí a varias personas, a Lila, a Silvia, hubo bastante comida. Luego salimos con un grupo de peruanos, ¡estamos en todas partes! a un bar irlandés y de ahí me fui a la casa. Hoy jueves me puse a trabajar temprano sobre mi columna, de ahí elegí lo que leería en la noche, en el primer recital del semestre. Pero luego me fui para la biblioteca porque me había inscrito en un curso sobre cómo usar google como herramienta de investigación científica, estuvo más o menos, pero igual útil. De ahí almorcé allá porque iba a ver a Ximena pero me canceló e igual ya me había llevado mi comida. No pude comer en el parque porque estaba bien nublado y hacía un viento terrible. Así que comí en biblioteca, hay un espacio con microondas y mesas. Luego me puse a leer para mi curso de Diamela. Pero luego me dio frío pues aunque llevaba jean tenía sandalias, así que decidí volver a casa. Regresé, avancé algunas cosas ahí, descargué lo que llevaba de más y volví para el recital. Ya ahí estaba nerviosa porque había un montón de gente. Las lecturas me parecieron fabulosas, devolver a la voz su estatuto mágico. Cada quien le imprime su tono, su sentido, su valor. Me gustó mucho. Yo subí muy agitada pero ya luego me calmé (lo bueno de no estar en altura es que se me pasa rápido). Y luego hubo cóctel y muchas personas me felicitaron. Eso me gusta, que al inicio como que la gente no me toma muy en serio pero luego de que me oyen hablar (leer), pues ya me miran de otra forma. Había mucho vino y mi tía dice que el vino es como un plato de carne con ensalada y papas, así que estoy muy bien alimentada. Así que hoy me siento muy contenta, realmente recién he caído en el veinte, como dicen en México, me he sentido feliz de estar aquí, de haber logrado un sueño y de poder construir camino como escritora. Dicho sea de paso también ya tengo dos nuevas buenas amigas, Elvira y Montse, mexicanas ambas, para variar. Así que todo toma un buen curso.

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