lunes, 8 de febrero de 2010

Querido abue


Mi abuelo Pedro, era casi el menor de seis hermanos: Jesús, Leonor, Santiago, José, Roberto, todos los cuales ya lo habían dejado solo. Aunque desde que era joven y fuerte a sus sesenta años, se consideraba viejo y decía que se iba, recién hoy en la madrugada nos dejó. Podría contar tantas cosas de mi abuelo, porque he compartido con él muchos años, sobre todo en mi niñez cuando íbamos de la mano para todas partes juntos, obligados porque yo era su única nieta y mis papás trabajaban ambos. Sé que nos hemos querido y nos hemos acompañado el tiempo que nos ha tocado y que donde esté seguiremos queriéndonos y estando juntos. Quiero recordarlo ahora cantando su vals favorito "Alma, corazón y vida, esas tres cositas nada más te doy", haciendo sus crucigramas y soñando con un día ser millonario, porque decía que ser viejo y pobre era lo peor. Pero mi abuelo no era pobre, ni era viejo, lo que sí, era melancólico y creo que esa melancolía fue lo que lo terminó consumiendo y lo llevó al abandono. Ya había dejado casi la completa potestad de su cuerpo a las personas que lo cuidaban, hablaba poco y casi no se le entendía, pero sé que el viernes que fue el último día que comimos juntos con lucidez me reconoció y estuvo ahí sabiendo que estábamos con él. Esto porque desde un tiempo hasta acá hacía un tratamiento naturista para controlar su parkinson que ya nos lo hubiera arrebatado hace al menos un año, en que no podía caminar y no reconocía a nadie. Quizá un dolor tan grande como el de hoy fue aquel de verlo voltearme la cara sin saber quién era yo, ¡su nieta querida! Tuve la dicha de publicarle sus cuentos, en los que narra las anécdotas de su tierra y también tengo la de poder estar hoy aquí acompañándolo en su último paso por los parajes de su vida. Seguro eligió este momento porque todos sus nietos están aquí ahora, casualmente. No he tenido miedo más grande en estos años que he estado fuera del Perú como el de se fuera sin yo poder estar a su lado. Te quiero mucho abue, gracias por todo lo que nos has dado, por tu presencia que sigue en nuestros corazones.

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