viernes, 28 de enero de 2011

Cuatro días en Nueva York se sienten como un mes


Llego al aeropuerto a tiempo y sin problemas. La señorita de Avianca me avisa que el vuelo está sobrevendido como por 20 pasajeros y que si me anoto en la lista de voluntarios (me dan millas y hotel gratis). La miro muy seria para decirle que de ninguna manera, que yo necesitaba estar hace dos días en Nueva York y que si no me hubieran puesto tantas trabas para cambiar mi pasaje les habría dejado el asiento libre, pero que pues ahora no tenían más que llevarme a mi destino. El primer avión me toca con pantalla y veo El origen que me lo recomendó Rubén y aunque estaba con sueño y los primeros minutos no captaba bien, pues ya luego me atrapó la peli. Es sólo que el vuelo se acabó antes de que acabara de verla y me faltó el final. Tuve que esperar varias horas en el aeropuerto de Bogotá en donde encontré una tienda de lentes marca Bolle que es muy buena (me anota para algún día comprarme unos). Así que me puse a leer el libro de Salvador Novo que es interesante pero no llega a apasionarme. Antes de tomar mi segundo avión hacia el JFK me revisan tres veces y una señorita muy discreta y diestra hasta me revisa entre las piernas. En fin, yo me sentía de lo más delincuenta porque llevaba mis discos piratas de Friends, pero parece que eso no les interesa mucho. En fin, llego al aeropuerto JFK y saliendo no más por las rampas se veía todo cubierto de nieve. Hay una fila un poco larga en migración y luego las maletas salen con mucha paciencia, pero felizmente logro hacer ambas cosas en una hora y sin ningún problema. No me queda más que tomar un taxi, me ofrecen taxis en el camino pero voy hasta el sitio de taxis, sólo que no entiendo bien lo que me dicen pero según el papel me alcanza lo que llevo en cash para pagar. Llego a casa 40 minutos después, sólo para dejar mi mochila que pesa un horror, dejar la maleta, refrescarme un poco y tomar el metro para ir a mi reunión. Tirso resulta ser la persona más amable del mundo, me recibe con un semblante de lo más pacífico y tranquilo, vemos lo escencial y me voy a tomar un cafecito y comer algo rápido antes de mi clase. Llego a mi clase, hago la presentación del curso y todavía me queda tiempo así que hacemos una dinámica para recordar los nombres de todos (la cual funciona porque hasta ahora los recuerdo, que es algo esencial para poder llevar la clase). Al acabar también paso por la oficina de Tirso, de ahí me entregan las llaves de mi oficina, lo cual es una gran ayuda, pero no puedo disfrutarla mucho porque vuelvo a casa a bañarme, cambiarme, desempacar, hacer las compras y volver a irme con las mismas porque tengo mi primera clase. Antes hago las fotocopias para mi clase de español del día siguiente, pero me demoro un montón y termino comiendo sushi apurada. Mi Taller de poesía con Mariela está súper bien, me gusta mucho, pero se extiende media hora más y yo estoy muy agotada. Me voy a casa sólo para llegar a echarme a dormir, ni puedo hablar con Marguerite. Al día siguiente me despierto temprano para preparar mi clase. De ahí me alisto, desayuno un momento con Reid y Marguerite, apenas hablamos un poco y tengo que irme. Me dan la llave de la casa, ahora es necesario cerrar con llave porque han habido problemas en el edificio. Salgo para mi clase, de ahí paso a mi oficina para que me instalen los programas en la compu y en eso me demoro un montón. Regreso a casa para comer con Marguerite y Reid como quedamos pero ya no los encuentro, adelantaron su vuelo por temor a que no pudieran viajar en la noche. Hacen bien porque todo el día nieva sin parar y en efecto en la noche hay tormenta. La nieve es como la lluvia y se te mete por todas partes, sobre todo si cae oblicua a ti. O sino te queda encima y luego se derrite y es un problema. Me quedo trabajando un rato en casa, de ahí me voy a mi clase de Formas y técnicas literarias con Antonio Muñoz Molina. Siento que me intimida un poco y creo que no digo nada interesante. Pero la clase me gusta mucho. Al acabar vamos con Rosa por un libro que nos han mandado leer. De ahí nos vamos a casa, llego justo antes de que se desate la tormenta. El jueves quiero ir a nadar pero se cierra la universidad por la tormenta. Así que me quedo en casa, pienso en salir a comprar pero me dicen que todo está cerrado. Así que me quedo leyendo. El viernes me levanto temprano para sacar copias para mi clase, mi clase creo que va mucho mejor. Al caminar por la calle me doy cuenta que sí era necesario cerrar porque incluso hoy hay rumas de nieve de más de un metro y no se puede cruzar la calle de un lado a otro. Hay autos que se han quedado completamente encerrados porque además de que tienen un montón de nieve encima, tienen nieve tan alta a los lados que no podrían moverse. Pienso que en invierno deberían poner sus autos en una cochera y olvidarse de ellos. Quizá por eso también en el metro en la mañana había más gente de lo usual, pero no tanta como en el metro en México. Después paso por la oficina y alisto los materiales de la siguiente semana para ya estar tranquila. Como me traje mi comida, me quedo a almorzar. Llega Rossy a esa hora y comemos juntas. Han pasado solo cuatro días y siento que ya estuve aquí un mes entero. A agarrar la viada y seguir adelante. Tengo mucha tarea para el fin de semana pero es algo que me gusta, leer, escribir, crear. Aunque también necesito lavar y limpiar. Pero bueno, así es la vida.

2 comentarios:

  1. Qué lujo asistir a las clases de Antonio Muñoz Molina. Lo que me sorprende es que te intimide -más allá de su grandiosidad literaria- porque jamás he conocido a nadie más sencillo, cordial y bondadoso.

    Saludos.

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  2. Pues es que yo soy tímida por naturaleza, pero bueno, será cuestión de ir conociéndolo más y ganar confianza. Gracias por tus comentarios

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