domingo, 11 de abril de 2010

Un gato en un piso vacío


Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato
tampoco es aquella que lo ponía.

Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.

Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.

Se ha buscado en todo los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.

Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Irá hacia él
como si no quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.

Wislawa Szymborska

Acabé de leer la poesía no completa de Wislawa, realmente me encantó, hay varios poemas que podría resumir, transcribir. Creo que su mayor cualidad es la de enseñarte a ver con nuevos ojos aquello que siempre tuviste delante, así como de preguntar, dudar, siempre interrogarse por la vida, el universo y la verdad. Gracias a Rocío que me recomendó este maravilloso libro y a Rubén que me lo regaló. En la imagen, Nahui Olin, Gatos amorosos.

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