miércoles, 3 de noviembre de 2010

Acapulco y despedida



El viernes salimos tarde hacia Acapulco. El papá de Rubén tuvo que trabajar hasta tarde, al igual que Rubén y Mario tenía una cena muy importante y no fue al final. De modo que salimios del DF a las seis, encontramos algo de tráfico a la salida, llegamos a Acapulco casi antes de las doce, apenas entramos al Walmart para comprar algunas cosas y ya cerraron. De ahí llegamos a la casa que es bellísima, muy bonita, muy amplia. Hacía, como siempre, un calor infernal en Acapulco. Como a las tres de la mañana llegaron Paty, Cynthia y Alonso, conversamos un poquito pero nos caíamos de sueño. Igualmente yo estuve levantada a las 7:30am, preparamos desayuno, la mamá de Rubén hizo enchiladas verdes pero Rubén le dijo que ponga más chile y salieron hiper picantes. De ahí nos fuimos al club de playa que es súper chévere, tiene un jacuzi frente al mar. Caminamos por la playa, tomamos un poco de sol, nos bañamos en el mar que estaba muy rico y también en el jacuzzi y en la piscina menos. Estuvimos tomando cerveza y conversando. Volvimos a casa para comer algo allá y estuvimos un rato en la piscina del condominio. De ahí subimos pero ya muy cansados y nos dormimos. Como todo el mundo había hecho siesta se quedaron de largo, pero yo estaba muerta. El domingo nos levantamos temprano, Cynthia preparó chilaquiles verdes, de ahí nos fuimos a la playa otra vez, soltaron a unas tortuguitas al mar, estuvo muy bonito, si pagabas 50 pesos te daban una para que tú mismo la soltaras. Tomamos un poco de sol, estuvimos en el jacuzzi y de ahí nos fuimos a comer algo en casa. Un rato en la piscina, acabándonos las proviciones pues no podíamos dejar nada ahí. Nos bañamos y alistamos tristes de partir. No había tráfico en la carretera y llegamos rapidísimo. Pasamos a casa y de ahí donde Don Toño porque yo tenía antojito. Me comí mi pozole vegatariano. Luego de eso todavía nos fuimos al Zócalo para ver ofrendas, no habían tantas como en otros lados pero estaban bonitas, a mí siempre me gustan. Pero no todas se podían ver porque no todas tenían iluminación. Ahí nos encontramos con Ybeth, Paty al final no fue porque no quería ir cargando su mochila del viaje y no tuvo tiempo de pasar antes a dejarla en su casa. Nos dormimos cansadísimo y nos levantamos tempranito para ir al aeropuerto. Desayunamos en el Wings muy rico, un omelet con flor de calabaza. Tuve que comprar mi pan de muerto en el 7, porque no había tenido tiempo de pasar a la panadería. Me quedé en el aeropuerto leyendo para mi clase y acabé con Onetti y mis lecturas de la clase de Diamela. El vuelo estuvo bien, aunque no daban comida y tenía hambre, apesar de mi buen desayuno. El vuelo en Houston se retrasó un poco. Pasé migración rápido y sin problemas, no me hicieron ninguna observación ni me pidieron papeles extras, todo muy tranquilo, apesar de toda la tensión que me habían trasmitido sobre esto. La próxima vez me llevaré más comida para el camino, vi que una señora tenía fruta, así que quizá sí es posible, sino comeré en algún buen restaurante en el aeropuerto, pero no quiero estar angustiada por la comida. Aunque depende de la aerolínea, porque en Avianca y en Taca sí te dan un montón de comida. Llegué a Nueva York 8:45, esperé el bus un rato y sí hacía frío. Me bajé donde me había subido, pero me di cuenta que había otra ruta que me llevaba mejor y que tenía asensor, así que probaré la próxima vez. Llegué a casa muy hambrienta pero ya no comí nada. Desempaqué y me metí a la cama, sin embargo, pensando en lo que tenía que hacer no pude conciliar el sueño con tanta facilidad. Es increíble como uno está un día con sol radiante en la playa y al día siguiente en el inicio de un frío invierno. Me había llegado ya mi seguro social y hasta un cheque de NYU, lo cual no esperaba. Me dio gusto ver a Reid, pero también sentía un poquito de penita por mis amigas y amigos que no vería en un buen tiempo. A iniciar una nueva etapa en la gran manzana. De andar de aquí para allá ya no sé cuál es mi hogar.

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