sábado, 2 de junio de 2012

Bye bye New York

Mi mamita sigue mal todavía el jueves, el viernes ya se siente mejor, baja a desayunar, luego hacemos una ensalada, vamos al Moma que es gratis el viernes en la tarde, de ahí descansamos antes de ir al KGB, mi mamá va a tomarse una foto, yo me quedo con mis amigos Patty, Stalin, Anna, Katia para despedirnos. El sábado paseamos por el Central Park, hace muchísimo calor, mi mamá se va para Washington, yo me quedo a la presentación del libro de Salva en McNally pero como me agarra la lluvia solo estoy un rato y ya no me quedo a la fiesta de despedida de la librería, es necesario cambiarme de ropa para no resfriarme. El domingo voy al BBQ en casa de Giuseppe, es muy duro despedirme de todo el mundo, me voy en lágrimas con el corazón acongojado. Tomo el bus para Washington, mi tía y mi mamá me recogen. Está ahí mi tía Mercedes que ha traído quesito y aceitunas de Caravelí, así que tomamos unos súper desayunos. El lunes hace un calor del demonio, nos quedamos en casa con mi tía conversando, comiendo tranquilas. En la tarde su ahijado quiere ir a la piscina, vamos a una piscina con olas pero yo no me meto porque está peor que San Bartolo un domingo. Me pongo a leer la antología Calendario de Antonio Lopez Ortega. El martes salimos en la mañana para el Capitolio, como vamos con mi tía Mercedes nos mandan un shuttle para llegar a la puerta. La visita es interesante sobre todo por la arquitectura del lugar. Pasamos a comer en el menú chino y luego a casa. El miércoles nos vamos al Memorial a Jefferson, luego al Museo de Arte Africano ahí vemos una exhibición de Lalla Essaydi muy buena y también a la Galería Sackler donde vemos una exhibición de Hokusai: treinta y seis visiones del Monte Fuji, entre otras cosas interesantes. Ambos muy buenos, aunque en este último nos queda pendiente una sala porque nos cierran el museo. También visitamos el castillo de información general del Smithsonian. Pero ya no pudimos ver más, lo otro queda pendiente para la próxima. De ahí nos vemos con mi tía, comemos en casa un rico locrito con arrocito centroamericano que trajo Eduardo del restaurante. El jueves nos vamos temprano a tomar el bus. Llegamos a Nueva York a medio día, en una parada que hace en el camino logro comprarme mi almohada del cuello que me sirve mucho. Dejamos las cosas en casa, intentamos terminar de hacer maletas y luego vamos a comer, aunque nos recomiendan un lugar vietnamita no lo encontramos y terminamos en uno turco. Es rico, pero se parece mucho a lo que comemos en el hindú. Vamos a casa para irnos a la exhibición de arte en La Mama en el lower east side de la ciudad, expone Bradley, el hijo de Marguerite, así que vamos con ella en el metro, ella lleva un vestido de estampado de periódico muy chévere. Después de un rato en la exhibición nos despedimos de los hijos de Marguerite y vamos a casa para ir al Magnolia Bakery por un postre para mi mamá que en todo su viaje no se ha podido comer aún. Hay una luna muy linda y el cielo azul noche que es el que más me gusta. Yo me tomo un capuchino descafeínado. De ahí me encuentro con Melina en el Amber, conversamos un rato y nos despedimos. El viernes mi mamá sale temprano, yo desayuno con Marguerite, es muy duro decirle adiós. Voy a la peluquería, al banco, a McNally, a verme con Cristina y todo es intenso y triste a la vez. Luego parto al aeropuerto, con mis dos maletas, más la maletita de mano y mi mochila, es difícil moverse sola en el terminal pues no tengo tres manos y no encuentro carrito disponible. Finalmente me cobran sobre peso pero ya estoy harta y lo pago no más. Me subo al avión muy triste, con un nudo en la garganta, confusa e inquieta. Hay turbulencias, pero con mi almohadilla logro dormir. Llego a Lima tempranito, me recibe un sol que oscurece las montañas a lo lejos y unas nubes en sombra. Al aterrizar todo está oscuro bajo la gran capa de nubes que corona la ciudad. Me toca rojo pero no hay mayor problema con lo que traigo, solo lo pasan por la máquina. Tomo el taxi, llego a casa y es un caos empezar a desempacar. Almorzamos con mi mami quinua, arrocito y ensalada. Sale un solcito que me alegra mi corazoncito herido. Luego voy a ver a Rocío un ratito porque está agotada con tanto conflicto en Cajamarca y Espinar. Vuelvo a casa, después de un viaje en combi me siento más aclimatada a la ciudad pero todavía nostálgica por mi Nueva York querido.

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