miércoles, 19 de junio de 2013

Cuba al fin

Llegó mi tía Martha de México, así que aproveché para pasar tiempo con ella, conversar y comer rico. Siempre es una linda compañía y una grata presencia. Fue cumpleaños de mi primo Alexis. Mi amigo Ricardo vino a casa a cocinar una deliciosa tortilla española que estuvo estupenda, aunque tomó sus varias horas de preparación, valió la pena la espera con un riquísimo vino Tannat. Fuimos con mi mamá y mi tía Martha al Gramadal y luego jugamos tren. Estuvimos en la reunión de los Gómez-Silva, por la gran ocasión de que todos los hermanos estuvieran presentes en Lima. Tuve que ir a la Embajada de Cuba para hacer los trámites de la visa de turista, que tuvo que ser visa de congreso porque iba a un evento literario. Llegó la nueva clase de cocina de Campos de Vida, dedicada solo a las pizzas, así que no me la podía perder, espero poder hacer algunas de las recetas pronto. También fue la anticuchada por el aniversario de los 10 años del PDTG, así que fuimos con mi mamá a apoyar. Y lo más importante fue que fuimos al concierto de Eva Ayllón con Inti Illimani. Me gustó mucho la combinación, tanto como conocer por primera vez al grupo Inti Illimani que no conocía y conocerlos con música en vivo me gustó mucho más. Valió mucho la pena, además antes fuimos con mi tía Martha, Liliana y Lucho por una copa a Miraflores, así que fue una bonita salida. Estuvimos en un lugar llamado Café Colombiano y en efecto la carta solo tiene platillos colombianos, mi hizo recordar de mis queridos amigos de esa hermana tierra, sobre todo Stalin y Nadia.
En cuanto a lecturas leí el poemario de Lila Zemborain El rumor de los bordes, la primera vez me pareció un poco hermético pero en la relectura se me reveló fabuloso. También leí la antología de poetas puertorriqueñas Ejército de Rosas, entre las que sin duda Karen Sevilla es una de las mejores representantes.
Inició junio y estuve alistando los últimos detalles para mi viaje a Cuba que era complicado porque me llegaba información contradictoria. Antes de viajar todavía hubo ocasión de una mega sesión de tren. Me enorgullezco de que logré que todo me entrara en una pequeña maleta. El vuelo de ida iba de maravilla, hubiera llegado puntualmente a las 3:25pm con tiempo para tomar mi transporte hacia Varadero, pero hubo un incidente en el aeropuerto y lo habían cerrado, así que nos mandaron al aeropuerto de Varadero pero no nos dejaron desembarcar ahí, de modo que regresamos a La Habana como a las 7pm y entonces la llegada al hotel fue hasta casi media noche. Pero alcancé el bar abierto para tomar una cervecita recuperadora antes de irme a dormir.
El hotel tenía muy buen servicio, hacían actividades todo el día, yo solo participé en una de baile. Fuera de eso me dediqué a estar tirada en la playa, bañarme, disfrutar de la vista, de la brisa, del turquesa pleno y extenso delante de mí. Empecé con Reality Hunger de David Shields, recomendación de Antonio Muñoz Molina, pero la lectura va lenta. En la noche iba a los espectáculos del hotel, me pasaba por el bar donde todos los barman eran la mar de atentos (me trataban de reina para arriba), así que eso de ser halagada también fue bonito. El calor era intenso y siempre era buen momento para refrescarse. Lo malo es que Cuba es el paraíso de los fumadores, está permitido fumar por todos lados y como yo ya no estoy acostumbrada, sí era molesto sentir el humo del cigarro, o aún pero, del habano, en cualquier lugar, en el bar, en la playa, en la comida.
Los días transcurrieron con pleno sol, aunque muchos turistas que estaban en el hotel varios días antes decían que había estado lloviendo sin parar, así que tuve suerte. Fui el domingo para La Habana y llegué a  tiempo, lo malo que hubo algunas desorganizaciones con el congreso y me dejaron en el hotel que no era, así que tuve que tomar un taxi para el otro hotel y luego para la casa de Alicia donde me iba a hospedar, porque antes tenía que acreditarme en el congreso. Desde el inicio en casa de Alicia me sentí cómoda y en confianza. El cóctel fue en el Hotel Nacional donde suele ir Omara Portuondo a tomarse un café y ahí mismo estaba. Conocí a algunos compañeros del congreso ese día y tuvimos conversaciones muy interesantes. Me regresé a casa y me quedé conversando con Alicia hasta la madrugada. El lunes me levanté tempranito y estuve todo el día en el evento. En la primera mesa estaba Agustín y llegó Leonardo Padura con quien luego me tomé una foto. Me gustaron mucho las ponencias pero sobre todo la breve intervención de él, muy generoso en sus respuestas. En la tarde después del almuerzo me tocaba hablar a mí, así que me pude quedar tranquila pronto habiendo cumplido. Al acabar ese día nos fuimos a dar la vuelta por el malecón con mis compañeros y vimos la puesta de sol. Fue amor a primera vista porque la Habana vieja no me causó tanta impresión como ese malecón larguísimo lleno de gente, el susurro del mar, las casa antiguas, la brisa que no refresca y los colores del cielo siempre imponentes y bellos.
El martes en la mañana estuve un rato en el congreso y luego fuimos a Casa de las Américas con Agustín. Después de almuerzo salimos a una librería local y nos fuimos literalmente con cajas de libros porque casi no te dan bolsas. Luego fuimos a pasear por la Habana vieja, caminamos nuevamente todo el malecón y regresamos al hotel para irnos a la cena. El espectáculo me gustó mucho, sobre todo los que hacen música solo con la voz. Pero eso de adelantar la cena de despedida para una noche antes me pareció que no fue chévere con los compañeros que presentaban sus ponencias al día siguiente porque la cena duró hasta bien tarde. Al volver a casa de Alicia estaba esperándome Ramses, así que hablamos, igualmente con él me sentí en confianza desde el primer momento, nos dormimos de madrugada solo porque Alicia nos mandó a la cama. Todo el miércoles nos la pasamos caminando por la ciudad y el jueves fue igual, con la compañía de Leonel. Lo mejor fueron sus anécdotas, las discusiones de arte, de político, de vida. Disfruté mucho esos paseos, aún a pesar del calor abrazador, que al menos nos daba una buena excusa para parar cada tanto por una cervecita Cristal.
El viernes Leonel y yo fuimos a Finca Vigía, la casa de Hemigway, que fue muy bonito. Almorzamos juntos y de ahí lo despedí pues se iba al aeropuerto. Ese fue el único día que comimos en un lugar muy bueno, antes habíamos comido unas ricas pizzas pero nada más representativo, ese día fue pescado con acompañamientos más cubanos, con lo que ellos dicen viandas (que son tubérculos, si entendí bien). En la noche fui con Aliosca a escuchar jazz a La zorra y el cuervo que me gustó mucho, pero estaba muy agotada, después de dos días de caminatas hasta la madrugada, así que acabando nos fuimos a casa sin dilación, pero como no había taxi caminamos, otro tanto más. No es lejos pero era de madrugada y aunque dijeran que la ciudad es segura a mí me daba igual un poco de miedo, pero nada pasó y todo tranquilo. El sábado salimos para la playa con Alicia y Daniel, fue un largo día pero me encantó volver a reencontrarme con el caribe, el agua turquesa, la arena blanca, lo malo que aunque no quise quemarme más igual el sol se filtró por donde pudo. Lo mejor fue poder echarme un par de siestecitas tirada en la arena. En la noche salí con Agustín a tomar una copa en la Habana vieja. El domingo nos volvimos a ver para acompañarlo con algunas compras de último minuto, almorzamos juntos y también lo despedí. Yo me salí a pasear por el malecón cuando bajó el sol y a tomar las últimas fotos. Esa noche compramos cervecitas, tukola para Daniel, y cenamos juntos como despedida. El lunes en la mañana paseé un ratito por el malecón pero sobre todo estuve compartiendo tiempo con Alicia, Daniel y Aliosca. Jugamos un juego llamado uno, muy parecido al ocho locos, pero con cartas especiales para ello. Realmente lo mejor de este viaje, como casi siempre en todo viaje, fue la bella gente que conocí, las grandes amistades que gané. Creo que ahora entiendo un poco más lo que ocurre en Cuba pero también tengo otras dudas. Me alegró mucho el corazón estar en esa isla bella que sigue apostando por un mundo mejor.

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