sábado, 16 de marzo de 2013

Encuentro con la cultura y la ciudad

¿Qué he hecho en este mes? Reencontrarme con la ciudad, con mis amigos y disfrutar de la oferta cultural que se vive en mi ciudad bella que cada día mejora un poco más. No será Nueva York, no será el DF pero tenemos una riqueza tan grande, tan intensa, que cada vez me siento más cómoda y más contenta en mi tierra o debería decir, en mi mar, en mi agua porque esta ciudad es pura humedad, pura brisa, puros peces volando, como yo.
Empecé a trabajar en Runa, a concluir cosas pendientes ahí y retomar lo avanzado. Fue motivo para entrevistar a Inti sobre su cambio de nombre. Reinicié el gimnasio, estoy haciendo spinning y cardio.
Fui al cine a ver Django de Tarantino que me gustó mucho, fue terrible realmente la esclavitud que sufrieron los afrodescendientes y es claro en esa película que toda la riqueza norteamericana se consolidó sobre la base de la muerte, la explotación y el sufrimiento de un pueblo, que aún hoy sigue pagando esa brecha. Realmente hay una gran deuda simbólica y real con ellos, al igual que aquí en el Perú la hay también con los afrodescendientes, pero en nuestro caso mucho mayor deuda con los indígenas. También fui a ver Amour de Michael Haneke que me parece una gran obra pero que por alguna razón no logró conmoverme, quizá por la distancia y la frialdad con que los franceses se tratan en momentos tan cruciales de su vida. Por invitación a mi mamá vimos Sonny Boy de  Maria Peters, que trata el tema del holocausto, un tema también terrible, pero en este caso se enfocaba en una mujer rebelde y un hombre negro, así que se juntaban todavía mayores discriminaciones.
Participé en el Segundo Coloquio Internacional de Escrituras Sáficas con una ponencia sobre Doris Moromisato (Perú) y Silvia Tomasa Rivera (México), lo iba a hacer a través de una videoconferencia pero no se logró la conexión y leyeron la ponencia por mí allá en México.
Pude ver a nuestro excelso director de orquesta Abraham Padilla en acción con la Orquesta Sinfónica Nacional, en un bello homenaje al compositor peruano Armando Guevara Ochoa (recientemente fallecido), con el ensamble de piedras creado por Abraham y ejecutado por los músicos de la banda de la Fuerza Aérea del Perú, mezclado a la música clásica y al ritmo peruano, fue simplemente maravilloso. Aunque esto ya lo saben por mi nota sobre el evento.
Asistí a un curso de cocina natural en Campos de Vida, que estuvo fabuloso, prepararon Tiradito con alcachofa, Ceviche de chocho con verduras crujientes, Ceviche de champiñones al olivo, Aspic de tomate y vegetales. Todo muy rico. También asistí a la conferencia del Dr. Nimer sobre la energía. Y en resumen dijo que el 80% nos llega a través de los alimentos, el otro 20% es nuestra actitud: alegría, tranquilidad,  pensamiento positivo.
He visitado a mi familia, a mi abuelita, a mi papá y mis hermanos. Estuve en el cumpleaños de la nieta de mi tío Peruco, Viana; vi a mi tía Teresa que me leyó las cartas; a mis tíos Roberto y Blanca (en la foto) que vinieron a almorzar en casa con mi tía Mercedes.  También me he encontrado con mi amiga Melina que ahora está en Lima, nos juntamos a hablar de su guión de cine. Me reuní con Lunia para hablar de su estancia en Nueva Orleans y con José Carlos para hacer un intercambio de libros. Estuve en el cumpleaños de mi amigo Gustavo, donde también vi a Gaby y a Jesús, a Dafne y a Diana. Con Rodo y Virginia pasamos una linda noche de jazz en la Plaza Francia, un proyecto de la Municipalidad de Lima para democratizar la cultura, así que luego de oír música gratis y al amparo del viento veraniego, nos fuimos al Munich al que no iba hace tiempo y luego al Olvídate Bar, de una amiga de Virginia, también sanmarquina, donde comimos riquísimos quesos andinos y tomamos chilcanitos exóticos, en un ambiente acogedor y con música insuperable. Me encantó estar en el centro, verlo recuperado, cada día mejor, cada día más propio, más amable. Sin duda, el corazón de Lima sigue latiendo entre el Jirón de la Unión, la Plaza San Martín y alrededores. También me encontré con Luz y de casualidad en esa salida nos topamos con Claudia Peralta, así que se hizo una velada muy bonita y muy larga que no esperábamos.
A Tabata la vi el 8 de marzo, recordando nuestros días de infancia en Canto a la Vida en el Campo de Marte. Estuvimos en la marcha por el NO es NO y conversamos a gusto, rodeadas de mujeres fuertes, luchadoras, inspiradoras. Participé en el Homenaje a las poetas Carmen Ollé y a Rosina Valcárcel en el Centro Cultural de España invitada por Yolanda Prada. Fue un homenaje conmovedor y fue interesante estar cerca de ellas, oírlas, compartir a su lado. Fue además oportunidad para ver a Yolanda Westphalen con quien conversamos de literatura, una charla muy estimulante, quedamos en seguir en comunicación. También fue ocasión para conocer a escritoras peruanas como Karina Pacheco, Yeniva Fernández y Melissa Ghezzi. Con las dos primeras nos juntamos a tomar un café y se nos unió Alina Gadea. Me ha emocionado mucho la posibilidad de departir y aprender de excelentes escritoras contemporáneas de mi país y más aún poder trabar una amistad.
De manera virtual he seguido comunicada con Gaby, con Cynthia, con Oli, con las que hablo al skype y con todas mis demás amigas con las que me escribo por correo, al ritmo en que me responden.  Con mi tío Pepe y mi mamá hemos inaugurado los domingos de tren, así que jugamos dominó cubano al atardecer.
Finalmente ayer fui a ver la obra de teatro Confesiones de Ana Correa en Yuyachkani y me fascinó, la propuesta de conectar la vida y el arte, hacerlos dialogar de una manera sensible y comprometida, fue realmente muy bonito. Y para mayor satisfacción me encontré con una compañera de la universidad que me saludó con mucho cariño y me contó que me lee mucho, lo cual es siempre un halago y un incentivo para seguir, a pesar de las dudas, las dificultades y el desaliento que a veces me persigue.
Leí el libro de memorias de Dedé Mirabal, Vivas en su jardín, sobre la vida de sus hermanas, que me encantó y del que saqué una nota. Siguiendo con ese tema empecé a leer In the Time of Butterflies de Julia Álvarez pero se vio interrumpido por el libro de Hernando Carpio Montoya, regalado por José Carlos, En el horizonte, que es una historia novelada de la vida de nuestro mayor y más excelso héroe de la república, Miguel Grau. Me gustó mucho, me dio cólera recordar las injusticias de la guerra del pacífico, pero también emoción saber más de uno de los caballeros más íntegros que ha tenido nuestra patria, que como a la mayoría de las personas con convicciones y honor, mandó al matadero. Lecciones que debemos aprender si queremos que las cosas cambien en este país.
Así que estoy contenta, con el corazón cargado para entregarle a esta ciudad lo mejor de mí mañana en un proceso electoral de dudosa reputación pero del que esperemos salir fortalecidos.