lunes, 29 de noviembre de 2010

Día de Acción de Gracias



Me reuní en la tarde con mi amigo Manuel para nuestras semanales conversaciones en inglés. Estuve un rato en la computadora de la biblioteca y trabajando. Estaba muy ansiosa porque el martes tenía que llevar mi tercera entrega para el curso de Diamela y ni estaba satisfecha con el nuevo texto y no podía volver al anterior porque estaba simplemente bloqueada con la historia. Así que la ansiedad se apoderó de mí, hasta quería fumarme un cigarrillo, ¡después de 15 años sin fumar! Pero no lo hice. El martes almorcé en casa y me fui a hablar con Sergio sobre el trabajo final, de ahí imprimí las copias para todos en mi clase, así que ya no había más vuelta que darle al asunto. Sin embargo seguía la ansiedad. Tuve clase con Sergio y de ahí con Diamela y las manos me sudaban a chorros. Terminé y seguía todavía muy alterada y angustiada. Esto de ser escritora no es nada fácil. El miércoles estuve en la tarde haciendo mis lecturas, todavía no me sentía del todo bien, así que fui al cine a ver Made in Durkheim, que no sé como la traducirán al castellano. Es la historia de las trabajadoras de la Ford que hicieron una huelga en Inglaterra, la cual luego derivaría en igual pago de salarios para mujeres en todo el mundo (al menos en el papel). Pero con el acento británico me fue dificilísimo entender lo que decían. Snif. El frío estaba mucho más fuerte y en aumento. El jueves era Día de Acción de Gracias. Marguerite y Reid organizaron un desayuno con bagels y café y otras cositas dulces. Vinieron muchos amigos suyos, yo bajé a ver el desfile, pasaron los grandes: (Hello) Kitty, mi ídola (en la foto), (La rana) René, Bob (Esponja), Micky (Mouse). Pero hacía mucho frío y aunque tenía guantes, chalina y calentadores igual me enfrié así que me subí, aunque de arriba no se veía igual. Pasó el desayuno, se fue la gente. Me puse a leer. Luego a las cinco fue la cena, con la familia en pleno y yo. Me gustó mucho la comida, no comí pavo, pero sí el puré de papa, de camote, la ensalada de vainitas con champiñones, la salsa de arándanos y las colecitas, aunque estas me gustaron las menos. De ahí vino el pastel de calabaza que estuvo muy rico. Pero nos pasamos luego arreglando y guardando la comida porque sobró un montón, con lo que sumado a lo de la mañana, pues hizo colapsar a la refri. Brad, el hijo de Marguerite, nos enseñó sus fotos en África, fabulosas, tiene unas de unos gorilas, casi los está rosando, es impresionante.
El viernes fui a ver a Gabriela en la mañana, la ayudé con varias cosas, comimos juntas y de ahí me regresé porque se suponía que iba a llover, pero el cielo se aclaró y estuvo bonito. Me dio gusto verla animada y más tranquila. Acabé de leer La balada del café triste y empecé otra novela mayor, El corazón es un cazador solitario, también de Carson McCullers. Las primeras páginas no fueron muy difíciles pero poco a poco se está haciendo más compleja. También empecé a leer un libro sobre la exposición Global Feminism que se realizó en el Brooklyn Museum. Y pues escribir y ponerme al día en otras cosas y textos.
El sábado me fui en la mañana a hacer algunas compras y encargos que me habían hecho. Pero hacía un frío horrible, era el viento que se te metía hasta por los tímpanos. Así que hice lo que tenía que hacer y con las mismas me volví. Pero ya luego salí a almorzar con Stalin y fuimos al cine a ver la última película de Chabrol, El detective Bellamy, protagonizada por Gérard Depardieu que está gordísimo. Era con subtítulos pero aún así siento que me costó seguir el inglés, pero creo que entendí la mayor parte. El domingo ya tenía resuelto ir al Museo Guggenheim a ver la exposición Caos y Clasisismo, que acababa en enero, cuando yo ya no estaría. Felizmente que Stalin se quedó en Nueva York y fuimos juntos. Como se demoró en llegar estuve hablando un ratote con Rocío al teléfono. Caminamos por el Central Park, lo cual no sé si fue tan buena idea porque hacía un frío horrible y me enfrié un montón, pero igual estuvo bonito, encontré la estatua de Alicia en el país de las maravillas de casualidad. El museo es bonito, pero caro. Lo más representativo es su forma en espiral (en la foto). La exposición estuvo excelente la primera mitad y regular la segunda. Pero lo mejor fue una colección de Kandinskys que tienen que sí estuvo fabulosa y también otras secciones de su colección permanente que estaban muy buenas, con algunas obras conocidas y otras desconocidas. De regreso, después de comer me fui a hacer las compras al súper, solo una parte porque no me alcanzaban las manos. Ojalá que la semana no esté tan fría como han anunciado. Hablé también con Inés un ratote al teléfono y con mi mamá y pues ya me fui a dormir.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Una fiesta


El lunes en la tarde había un diálogo entre Sylvia Molloy y Diamela Eltit organizado por el programa. Antes de eso me encuentro con Manuel para nuestra conversación semanal en inglés. Es el problema, que entras a un café y la calefacción está tan alta que te sancochas, sales y te mueres de frío. Como estaba muy cansada acabando eso me fui a casa y a las 7pm ya estaba dormida. El martes me levanté temprano me puse a trabajar, leer, nuevamente la rutina. Tuve clase con Sergio y con Diamela. El miércoles se supone que tenía que hacer la matrícula para el próximo semestre pero se postergó porque se está consultando la posibilidad de que todos llevemos el taller con Muñoz Molina, además del curso de seminario que nos toca a los de primero. Intento ir al cine, sólo está la de Woody Allen, Conocerás un extraño de pelo negro (luego la comento). El jueves es cumpleaños de Inés, la llamo para saludarla en la mañana pero no la encuentro, así que la llamo en la noche. En la noche se presenta Edmundo Paz Soldán en el King Center, está intersante la conversación. De ahí viene el coctél. El viernes hago compras en la mañana, en la tarde hay otra presentación de Paz Soldán pero sólo para los de la maestría, ésta estuvo mucho más amena y divertida. Luego en el King Center pasan la película El cuarto de Leo. Ahí me encuentro a Claudia Salazar. La película me encanta (también la comento luego). Llegando hablo un rato con Rocío y con mi mamá. El sábado avanzo bastante en mi texto, el que tengo que presentar el martes. En la noche me animo a ir a una fiesta, mi primera fiesta, en casa de una chica peruana que es amiga de Paty y se llama Cathya. Voy con Stalin que también es amigo de Paty, él es colombiano. Como no hay mucha gente, con otro amigo peruano de ella nos vamos a un bar llamado Cañas donde se baila. Es chiquito y todo el mundo está parado apretado, así que bailas o bailas. Me sorprende que ponen tecnocumbia, una canción de Ráfaga. ¡Somos internacionales! Pero la verdad creo que paso más tiempo en el metro de ida y de vuelta que en la fiesta en sí misma. El domingo la inspiración no me llega, me la paso durmiendo. Veo a Mikaela un rato, paseamos por el borde del Río Hudson, vemos el ocaso (en la foto), pero hace frío. Vuelvo a casa, leo un poco, sigo trabajando en el texto del que siento muchas dudas. Empiezo mi primera novela en inglés The Ballad of the Sad Café de Carson MacCullers, está muy bien, entiendo bastante. El lunes felizmente está cálido el día, parece que el invierno no quiere llegar.

domingo, 14 de noviembre de 2010

De turista en Nueva York


Empieza una nueva semana, nuevas lecturas que completo para mis clases. El martes me reuní con María José un rato, ella también va a Lima en fin de año, ojalá nos veamos por allá, intercambiamos números y pues conversamos algunas cosas de las clases de castellano. Luego empecé mis coffee's talks con mi amigo Manuel. Me está ayudando con mi inglés y de paso nos distraemos, o al menos yo de estar encerrada y hacer poco contacto con las personas. Al salir de clase de Diamela voy a una tienda y no me quieren vender cerveza porque piensan que soy menor de edad, ¡plop! Así que le escribí a Paty para que me pase los datos de una identificación que es posible sacar para estos menesteres. Aquí casi en todos los restaurantes y bares te piden y pues a veces es molesto si no la tienes y no vas a andar el pasaporte todo el tiempo. El jueves hay una presentación de poesía muy interesante de Rachel Levitsky que se hace tanto en español como en inglés. Me regreso con Rosa conversando muy bien. El viernes Kathy iba a llegar a las 7am pero llega a las 10, pero sin su carnet de residencia canadiense, entonces había el peligro de que no la dejaran volver a entrar a Canadá. Así que fuimos a la embajada ha hacer algunas averiguaciones, al final lo más sencillo era que Ernesto venga trayéndole su documento y felizmente él podía. Así que el resto del día paseamos por middle town, comimos donde llevo a todo el mundo a comer, el restaurantito medio árabe y así se nos pasó el día. El sábado pensamos ir a un outlet muy famoso, pero costaba cincuenta dólares ir por cada una, entonces nos arrepentimos y nos vamos caminando desde el middle town hasta la estatua de la libertad, todo el día de camino, de algunas compras, de tomar fotos, parar en los lugares turísticos y disfrutar de que el clima no está tan frío, la temperatura subió un poco. El domingo vamos a New Jersey ya con Ernesto, nos paseamos con mi tío Carlos y Pilar, lo pasamos muy bien de compras y finalmente yo encuentro mi abrigo largo para la nieve y para la temperatura más fría que se aproxima, inevitablemente. Vimos Entre copas (Sideways) porque ninguno la había visto y yo andaba diciendo que sería chévere hacer esa ruta de los vinos en California. Nos quedamos a dormir allá donde mi tío Carlos, volvemos el lunes temprano. Pensamos que teníamos la mañana pero la salida del bus es a las 11:15, entonces nos despedimos temprano.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Una hora más y varios días menos


El martes tuve un día muy agitado hice varios pendientes, como hacer compras y citas en la mañana y en la tarde me encontré con Giuseppe para conversar de mi texto y de ahí pues tenía clase con Sergio y con Diamela. En ambos comentamos mi texto. Las observaciones estuvieron buenas. En la clase de Diamela me dijeron en general que había mejorado el texto e hicieron varias apreciaciones muy interesantes con las que tengo que trabajar. El miércoles lavé ropa, estuve en internet poniéndome al día en los mails, me reuní con Diamela que amplió un poco más los comentarios, pero todo bien. En la noche había un evento del programa, un recital pro fondos para imprimir la revista I-Manhattan, así que fui, era en un restaurante mexicano muy bonito. El recital estuvo excelente, lo disfruté mucho pero llegué pasadas las 12 a casa. El jueves me reuní con María José para ver algunos detalles de la clase de español que dictaría el viernes y de ahí con el encargado de los taxes de NYU, para llenar unos formularios. Por cierto que el tratado de libre comercio no sirve de nada porque me explicaron que el Perú no tiene acuerdo de impuestos con Estados Unidos entonces me quitarán el porcentaje mayor de impuestos que no sé cuándo será, ¡plop! Pasé a hacer algunas compras y en la noche hablé con mi mamita un ratito que se iba de viaje. El viernes dicté mi clase de español que salió muy bien, me tomé un cafecito con Alicia y me quedé para la clase de Sergio de las 6 con los dos grupos. Estuvo interesante. El sábado hablé con Rubén y con Gaby. Resultó que la novia de Cameron falleció en un vuelo en Cuba, me parece increíble y tan triste. Luego fui a ver a Gabriela un rato, de ahí me encontré con Mariela en el BAM vimos una obra llamada Raoul, un unipersonal muy interesante, creativo y colosal. El domingo en casa leyendo y durmiendo porque cambió el horario y a las 5:15 ya estaba todo oscuro como noche cerrada. Hablé con mi tío Carlos pero con Inés no pude porque la comunicación estaba malísima. Más tarde fui a ver a Ximena a llevarle sus encargos y cenar, prepararon comida mexicana. No se puede salir sin guantes porque te congelas, yo todavía no me acostumbro y a veces salgo un poco desabrigada, no lo puedo hacer más. Ya necesito con urgencia un saco para el clima más fuerte. En la foto, central park cambiando al naranja.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Acapulco y despedida



El viernes salimos tarde hacia Acapulco. El papá de Rubén tuvo que trabajar hasta tarde, al igual que Rubén y Mario tenía una cena muy importante y no fue al final. De modo que salimios del DF a las seis, encontramos algo de tráfico a la salida, llegamos a Acapulco casi antes de las doce, apenas entramos al Walmart para comprar algunas cosas y ya cerraron. De ahí llegamos a la casa que es bellísima, muy bonita, muy amplia. Hacía, como siempre, un calor infernal en Acapulco. Como a las tres de la mañana llegaron Paty, Cynthia y Alonso, conversamos un poquito pero nos caíamos de sueño. Igualmente yo estuve levantada a las 7:30am, preparamos desayuno, la mamá de Rubén hizo enchiladas verdes pero Rubén le dijo que ponga más chile y salieron hiper picantes. De ahí nos fuimos al club de playa que es súper chévere, tiene un jacuzi frente al mar. Caminamos por la playa, tomamos un poco de sol, nos bañamos en el mar que estaba muy rico y también en el jacuzzi y en la piscina menos. Estuvimos tomando cerveza y conversando. Volvimos a casa para comer algo allá y estuvimos un rato en la piscina del condominio. De ahí subimos pero ya muy cansados y nos dormimos. Como todo el mundo había hecho siesta se quedaron de largo, pero yo estaba muerta. El domingo nos levantamos temprano, Cynthia preparó chilaquiles verdes, de ahí nos fuimos a la playa otra vez, soltaron a unas tortuguitas al mar, estuvo muy bonito, si pagabas 50 pesos te daban una para que tú mismo la soltaras. Tomamos un poco de sol, estuvimos en el jacuzzi y de ahí nos fuimos a comer algo en casa. Un rato en la piscina, acabándonos las proviciones pues no podíamos dejar nada ahí. Nos bañamos y alistamos tristes de partir. No había tráfico en la carretera y llegamos rapidísimo. Pasamos a casa y de ahí donde Don Toño porque yo tenía antojito. Me comí mi pozole vegatariano. Luego de eso todavía nos fuimos al Zócalo para ver ofrendas, no habían tantas como en otros lados pero estaban bonitas, a mí siempre me gustan. Pero no todas se podían ver porque no todas tenían iluminación. Ahí nos encontramos con Ybeth, Paty al final no fue porque no quería ir cargando su mochila del viaje y no tuvo tiempo de pasar antes a dejarla en su casa. Nos dormimos cansadísimo y nos levantamos tempranito para ir al aeropuerto. Desayunamos en el Wings muy rico, un omelet con flor de calabaza. Tuve que comprar mi pan de muerto en el 7, porque no había tenido tiempo de pasar a la panadería. Me quedé en el aeropuerto leyendo para mi clase y acabé con Onetti y mis lecturas de la clase de Diamela. El vuelo estuvo bien, aunque no daban comida y tenía hambre, apesar de mi buen desayuno. El vuelo en Houston se retrasó un poco. Pasé migración rápido y sin problemas, no me hicieron ninguna observación ni me pidieron papeles extras, todo muy tranquilo, apesar de toda la tensión que me habían trasmitido sobre esto. La próxima vez me llevaré más comida para el camino, vi que una señora tenía fruta, así que quizá sí es posible, sino comeré en algún buen restaurante en el aeropuerto, pero no quiero estar angustiada por la comida. Aunque depende de la aerolínea, porque en Avianca y en Taca sí te dan un montón de comida. Llegué a Nueva York 8:45, esperé el bus un rato y sí hacía frío. Me bajé donde me había subido, pero me di cuenta que había otra ruta que me llevaba mejor y que tenía asensor, así que probaré la próxima vez. Llegué a casa muy hambrienta pero ya no comí nada. Desempaqué y me metí a la cama, sin embargo, pensando en lo que tenía que hacer no pude conciliar el sueño con tanta facilidad. Es increíble como uno está un día con sol radiante en la playa y al día siguiente en el inicio de un frío invierno. Me había llegado ya mi seguro social y hasta un cheque de NYU, lo cual no esperaba. Me dio gusto ver a Reid, pero también sentía un poquito de penita por mis amigas y amigos que no vería en un buen tiempo. A iniciar una nueva etapa en la gran manzana. De andar de aquí para allá ya no sé cuál es mi hogar.